domingo, 2 de septiembre de 2018

LA LOCURA DEL ESCRITOR

El maestro del terror, Steffen King, decía que "la mejor manera de ser un buen escritor es escribiendo". Pero… ¿Qué escribir? ¿Cómo hacerlo?

Espero no se atribuya este comentario a la botella de Smirnoff que sorbo a sorbo he venido vaciando desde hace un buen rato; solo quiero disertar un poco sobre lo que para mí es ser escritor, y cómo lograrlo. La idea de hacerlo me vino a la mente después de leer un comentario que me hace una de las damas que ha tenido a bien seguir mi columna, y que dice así: "hola Omar, solo para comentarte que ya me tienes como una de tus fieles seguidoras, me encantaría poder escribir por lo menos la mitad de bien que tú, será por eso que no me animo. pero sí te puedo decir que hay muchas cosas en las que estoy muy de acuerdo contigo". Agradecí mucho el halago; pero me quedé pensando desde aquel día en escribir algo que pudiera ayudar a quienes desean comenzar pero no saben cómo, y esta breve disertación es el resultado.

Primero debo decir que Yo no escribo bien; solo escribo. El animal intelectual nos dirá que debemos seguir ciertas pautas; es más, llegará a rayar en la estupidez cuando nos asegure que si no escribimos como tal o cuál autor, no somos buenos escritores; sin embargo, la verdad de las verdades, y esto caiga quien caiga porque no tengo dioses ni ídolos, es que el que aspira a presentarle al mundo una buena obra, deberá escribir para sí mismo y perder el respeto por todo lo establecido.

"¿Pero qué dices Omar?"

Digo justo lo que acaban de leer: Que aquel aspirante que sigue pautas establecidas jamás será un buen escritor; será, en cambio, un vil y asqueroso imitador; un zalamero que complacerá de buena gana a la platea de imbéciles que se creen dueños del conocimiento, y a quienes Yo no me canso de llamar "estúpidos intelectuales"; pero no pasará a la historia porque los buenos, los verdaderos escritores seremos siempre reconocidos por no complacer a nadie que no sea a nosotros mismos, y esta egolatría e irreverencia será siempre nuestra marca. Ya sea que redactemos una columna periodística, un mensaje de Facebook o WhatsApp, un discurso o una obra literaria, no escribimos de acuerdo a reglas establecidas por hombres como nosotros; sino que escribimos desde la psiquis. ¿Y qué significa eso?

Que el que escribe para sí, el que desea presentarle al mundo una nueva propuesta con sus historias, sean estas de amor, ficción, terror, etc, deberá abrirle la reja a los demonios que habitan en su mente. Gustos, deseos cumplidos y reprimidos, buenas y malas experiencias, miedos, filias, fobias, aversiones… Todo tipo de fantasmas mentales deben acudir a Él para que este los convierta en historias jamás contadas. Ese es el origen de Margarita Gautier y Armando Duval, así como del amor que se tenían en la novela La Dama De Las Camelias; de las locuras de Don Quijote De La Mancha, y de tantos y tantos personajes que hacen mi delicia los viernes por la noche, mientras bebo un buen vaso de Whisky leyendo novelas, cuentos y relatos cortos a la luz de la llama de una vela aromática.

Fue desde mis 15 años que aprendí esta gran verdad, y quedé prendado de la literatura de terror, gracias a la Señora Donna Miller; una maestra que tuve y que cada cierto tiempo, llegaba con cuatro libros en la mano diciendo: "De estos elegirás uno para leerlo; luego vendré con otros cuatro". Al principio trajo novelas de amor, aventuras, ciencia ficción y hasta cuentos infantiles; pero en una de esas ocasiones, puso en mis manos Drácula, de Bram Stoker. Desde entonces no dejo de buscar y leer obras de terror, y de reconocer que los vampiros y monstruos de ese, y de otros autores como Lovecraft, King, Allan Poe y demás maestros del citado género, tienen mucho mérito por cuanto están perfectamente definidos, tanto en su descripción física los que la tienen, como en su perfil psicológico; pero esto se debe a que no son más que los miedos que alguna vez experimentaron y de los que luego se burlaron al darles vida y personalidad. Algunos de esos miedos partieron de mitos existentes, y otros fueron creados en el laboratorio mental a medida que vivían la niñez; pero todos ellos, y esto no lo duden ustedes, vinieron de la psiquis; donde todos nuestros fantasmas viven y aguardan  el momento de ser liberados, ya sea para liberar al autor, o para hundirlo más en su exquisita y deliciosa locura.

En resumen: El que quiera escribir para impactar al mundo, debe primero quitarle el camisón de fuerza al loco que lleva dentro, porque todo está dentro y no fuera. Entendido lo anterior, el aspirante a escritor solo tiene que leer muchos libros, y escribir otros tantos. ¿Qué debe leer? Lo que le dé la gana. ¿Y qué debe escribir? Exactamente lo mismo. Escriban mucho; den rienda suelta a su locura, y aquí los espero para que me sorprendan con sus demonios. Claro… Como si no tuviera ya suficiente con los míos; pero es que esto es adictivo.



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