martes, 24 de abril de 2018

¿Y QUIÉN GANÓ EL DEBATE?

    Los priistas, puesto que soy priista a mucha honra, esperarán que grite a los cuatro vientos que el debate del domingo lo ganó Meade; sin embargo, vamos a hablarnos con la verdad, dejando preferencias por cualquier partido. Lo que voy a decir, lo decía desde el día del debate en el grupo de WhatsApp del Bastonazo y no se lo copié a nadie porque tengo mi propia forma de pensar, les guste o no a los políticos; y lo que dije fue lo siguiente:

En el debate entre los candidatos, tuvimos un bronco que trataba de sobrevivir incluso echando mano de los extremos (por esto de "mocharle la mano a los corruptos"); una Margarita que no paraba de tirarle a la amnistía de Andrés Manuel y de defender lo hecho por su esposo Felipe Calderón; un Andrés Manuel lento, aburrido por ser tan repetitivo y que teniendo el tiempo para replicar, dejó escapar la oportunidad por no saber qué contestar a los cuestionamientos de otros candidatos; un José Antonio Meade que si bien tiene buenas propuestas (las mejores creo Yo), necesita decirlas en palabras de a centavo para que el pueblo las entienda y dejar de ser tan intelectual; y un Ricardo Anaya muy combativo y bastante preparado para debatir (lo cual no significa que sea el mejor para presidente). Pero… ¿Quién es el que trae las mejores propuestas? En mi opinión, es José Antonio Meade. ¿Y por qué? ¿Porque soy priista? No amable lector; porque me gustan. Pero el problema es que mientras que algunos las entendemos, la mayoría se queda en ceros cuando lo oye hablar. Me explico:

Cuando escuché a Meade en el debate, pensé por un momento que nos encontrábamos en la escuelita y que se trataba de ver quién era el niño genio del salón. No sé cómo sus asesores no le han explicado que no se trata de filosofar con estúpidos intelectuales; sino de ganarse al pueblo aprovechando la gran proyección que da un debate en cadena nacional, hablando de las propuestas en lenguaje más coloquial y no como si fuera filósofo de café elegante. Si usted, amable lector, piensa que estoy exagerando, nomás acuérdese cómo fue que Fox llegó a la presidencia y el Bronco al gobierno de Nuevo León. Pero José Antonio Meade parecía más bien el niño bonito que quiere sacar la mejor nota para llevársela a "su papi", y así, según mi humilde forma de percibir las cosas, no se gana una elección.

Por tanto, a la pregunta de quién ganó el debate, y a diferencia de noticieros paleros y seguidores fanáticos de cualquier candidato, debo decir que la respuesta dependerá del cristal con que se mire; pero una cosa sí quiero advertir: El político, aunque sin mentirle al pueblo como miente Andrés Manuel, debe ganárselo por todos los medios. Si José Antonio Meade, que es por quien Yo voy a votar, no cambia su forma de decir las cosas y comienza a conectar con el pueblo, de nada le servirá ser el que, según Yo, tiene las mejores propuestas. El candidato debe dejar su postura de "niño genio" (nerd) y hablarle al pueblo como habla el pueblo. Aunque los intelectuales también votan, no estamos en ninguna aburrida fiesta de intelectuales, ni en algún evento de la universidad; estamos en campaña.

Ya rescataré más de las propuestas de los candidatos; por lo pronto, esa es la única observación que puedo hacer sobre el mentado debate y sobre mi candidato, pues el buen juez por su casa empieza aunque a algunos correligionarios míos les hago tronar las tripas porque a veces soy más revolucionario que institucional. ¡Y pues ni modo! Si no les pareció, pues de todos modos Desayúnenselo y nos leemos mañana. Ah, igual de crítico voy a ser cuando haya debate entre los         candidatos a la alcaldía de Vallarta; se los digo por si estaban con pendiente. WhatsApp: 5213221911089.


martes, 17 de abril de 2018

¿INCLUSIÓN O CLIENTELISMO?

Mujeres, jotos, personas con discapacidad… Todos han mal interpretado la tan llevada y traída "inclusión", creyendo tontamente que la planilla que traiga gente de estos sectores se preocupa realmente por ellos. Esto ha dado pie a que personas con discapacidad que ya están desde hace tiempo en el Movimiento Ciudadano, hayan jugado, y sigan jugando con la esperanza de mucha gente que quiere salir adelante.

En días pasados, hubo un par de mujeres débiles visuales que desde Tlajomulco de Zúñiga alebrestaron a muchas personas con discapacidad. ¿Cómo lo hicieron? Vea usted la creatividad que tenían, y siguen teniendo este par de embusteras. Publicaron varios anuncios en Facebook, en los que solicitaban trabajadores con discapacidad y les ofrecían, además de un buen sueldo, todas las prestaciones de ley, y aseguraban que esta empresa tenía presencia en todo el Estado de Jalisco. Cuando la gente llamaba, ellas les decían que ya el puesto estaba ocupado pero que había otro proyecto en el que podrían participar. Era entonces cuando les invitaban a unirse a Movimiento Ciudadano, prometiéndoles que si se unían al proyecto de Alfaro, habría regidurías y direcciones para todos los discapacitados que hicieran talacha política en cualquier parte de Jalisco donde vivieran. Según esto, en todos los ayuntamientos donde ganara el MC, ciegos, cojos, mancos, sordos y mudos, conformarían el nuevo Cabildo, y esto en todo el Estado de Jalisco.

Esta mentira, como es lógico, también vino a alebrestar a muchos discapacitados de Puerto Vallarta que finalmente, al quedar todo repartido, se quedaron como el chinito: "Nomás milando". Y es que si los jalones de greñas estuvieron pesados entre quienes ya militaban en el MC, imagínense ustedes si pensarían siquiera en incluir a personas con discapacidad sin militancia en cargos tan altos. ¡Impensable! Esa mentira solo pudo venir de un partido que ha vivido siempre aprovechándose de la necesidad, y por qué no decirlo, también de la mediocridad y conformismo del pobre.

Así que, amigos con discapacidad, jotos, mujeres y locas feministas, entre otros grupos que quieren ser incluidos, entiendan algo: La inclusión, y esto también va parejo para todos los partidos, no es solo incluir gente en la planilla; es, además, tener propuestas serias, ciertas, posibles y viables, que permitan la integración de los sectores vulnerables. Aquel que no tenga nada planeado, ni venga a pedirme el voto. WhatsApp: 5213221911089.


miércoles, 4 de abril de 2018

¿CÓMO RECONOZCO A UN BUEN ABOGADO?

Cuando me llega un nuevo asunto legal me emociono; me siento desafiado por el nuevo reto que implica el caso, cualquiera que este sea; pero reconozco que para la persona que busca mis servicios las cosas son muy diferentes.

 

En la facultad de Derecho nunca se enseña cuánto puede la honrosa profesión de abogado ayudar al prójimo. Cierto que tenemos que cobrar porque de algo tenemos que sacar para comer y vivir; pero a lo que me refiero es a que además podemos hacer que nuestros clientes se sientan confiados con nuestros servicios y a veces, aunque muchos abogados no lo hagan, tenemos que ser medio psicólogos, consejeros, confidentes como los médicos y los ministros de culto. "¿Y eso para qué?" Me preguntará alguno. Pues Estar implicado en un juicio, amable lector, quita el sueño y la tranquilidad; el desgaste es físico, emocional y económico, y para colmo de males, la justicia es lenta y alarga más la agonía. ¿Se imagina cómo se sienten nuestros clientes?

 

Supe de una universidad en Puerto Vallarta que, para "sensibilizar" a los estudiantes de Derecho, los envía a hacer limpieza a escuelas jodidas bajo amenaza de perder puntos, o incluso hasta de reprobar la materia si no van; pero eso, lejos de sensibilizar como las "súper inteligentísimas" docentes de esta escuela creen, lo que provoca es un odio por parte del estudiantado hacia todo lo que se llame "altruismo". En mi opinión, en vez de eso, debemos enseñar al futuro abogado a escuchar, y ponerse en los zapatos del cliente para que así pueda comprender y atender mejor a todo aquel que contrate sus servicios. Eso es, y no lo otro, lo que nos hace mejores abogados que los demás.

 

No es que intente hacer de nuestros futuros abogados unas madres de la caridad; lo que intento decir es que  el dinero es un medio, no un fin; así que la mentalidad de un buen abogado es primero servir, y poder intercambiar ese excelente servicio por una buena cantidad de dinero. ¡Porque realmente no es malo cobrar bien! Pero para eso hay que servir bien. El abogado común y corriente lo que quiere es el dinero, y ya después medio sirve al cliente; y digo "medio sirve", porque si bien es cierto que hace lo que debe hacer (cuando lo hace por supuesto), también es cierto que nunca ve su profesión como un medio de intercambio, sino como una máquina de hacer dinero y recuerden: Una máquina no sufre cuando sangra al pueblo. Por eso, porque la mayoría de abogados son máquinas y no humanos al servicio de humanos, es que hoy en día la gente nos tiene por "ladrones", "corruptos" y "tranzas".

 

¿Y entonces cómo reconozco a un buen abogado para poder confiar en Él? Pues muy sencillo: Si no ejerce para servir, no sirve para ejercer.  La ley del éxito en la profesión es el servicio; cuánta falta nos hace entenderlo, y hacérselo entender a los que ahora se preparan en la universidad. WhatsApp: +52 322 191 10 89.