lunes, 19 de junio de 2017

¿PRESTÓ DINERO Y NO LE PAGAN?

Ya había escrito sobre este tema, amable lector, pero los seguidores
de este blog y de esta columna se renuevan año con año; algunos se
van, otros llegan y sabiendo que soy abogado, preguntan sobre temas
que tal vez ya vimos pero no importa, porque a nadie le viene mal
recordar estas cosas. La pregunta que me hace esta lectora es la
siguiente: "Yo me dedico a prestar dinero y para asegurar el pago, la
gente me firma un pagaré. Mi bronca es que a mis amigos se me hace feo
hacerles firmar un pagaré. ¿No hay otra forma de prevenirme?"

Lamentablemente no. Papelito habla, y eso siempre lo he dicho en este
espacio. Es más, a veces ni el papelito basta porque usted tiene qué
ver primero si su amigo tiene la solvencia para devolverle el dinero
que le pidió. Son muchas las veces en que la gente me pregunta esto,
ya sea por correo o en persona; a esta gente siempre le cuento la
misma historia que voy a relatarle, y que la saqué del libro EL HOMBRE
MÁS RICO DE BABILONIA. Dice así:

Un granjero que entendía lo que decían los animales entre ellos, todas
las noches se paraba sólo para escuchar lo que hablaban. Una de esas
noches oyó al buey quejarse con el asno de la dureza de su destino:
«Arrastro el arado desde la mañana hasta la noche. Poco importa que
haga calor, que esté cansado o que la yunta me irrite el cuello,
igualmente tengo que trabajar. En cambio, tú eres una criatura hecha
para el ocio. Decorado con una manta de colores, no tienes otra cosa
que hacer que llevar a nuestro amo adonde desee ir. Cuando no va a
ninguna parte, descansas y paces durante todo el día". El asno, a
pesar de sus peligrosos cascos, era de naturaleza buena y simpatizaba
con el buey. «Amigo mío, respondió, trabajas mucho y me gustaría
aliviar tu suerte. Así que, voy a contarte cómo puedes tener un día de
descanso. Por la mañana, cuando venga a buscarte el esclavo para la
labranza, tiéndete en el suelo y empieza a mugir sin cesar para que
diga que estás enfermo y que no puedes trabajar". Entonces, el buey
siguió el consejo del asno.

A la mañana siguiente, el esclavo se dirigió a la granja y le dijo al
granjero que el buey estaba enfermo y que no podía arrastrar el arado.
"En este caso, dijo el granjero, unce al asno pues igualmente hay que
labrar la tierra". Durante todo el día, el asno que solamente había
querido ayudar a su amigo, se vio forzado a hacer el trabajo del buey.
Por la noche, cuando lo desengancharon del arado, tenía el corazón
afligido, las piernas cansadas y le dolía el cuello porque la yunta se
lo había irritado. El granjero se acercó al corral para escuchar. El
buey empezó primero: "Eres un buen amigo. Gracias a tu sabio consejo,
he disfrutado de un día de descanso". "En cambio yo, replicó el asno,
soy un corazón compasivo que empieza por ayudar a un amigo y termina
por hacer su trabajo. A partir de ahora, tú arrastrarás tu propio
arado porque he oído que el amo decía al esclavo que fuera a buscar al
carnicero si todavía seguías enfermo. Espero que lo haga porque eres
un compañero perezoso". Nunca más se hablaron. Allí terminó su
amistad.

Pues bien amable lector, así pasa cuando usted presta dinero a un
amigo sin asegurar su devolución; al final acabará perdiendo el
dinero, y también al buey de su amigo que por burro quiso ayudar.

¿Y si a mí ya me pasó?

Amable lector, si le pasó como al burro, déjeme contarle que hoy lunes
estoy regalando cinco consultas gratis. No sé cuánto me dure este
virus regalador que me dio, pero hoy todavía lo traigo. Si tiene
algún caso como este, o diferente, llame al 044 322 19 1 10 89 y con
gusto le hago un lugar en la agenda para platicar de su asunto. Si
usted no tiene problemas pero algún familiar, pariente o amigo sí,
háblele de mi oferta para que me llame. Escríbame sus comentarios a:
abogadoomararcenolasco@gmail.com y nos leemos en la próxima entrega.

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