lunes, 4 de septiembre de 2017

Y COMO DIJO EL INDIO: ¿SEMOS, O NO SEMOS?

Ahora que ya nos entró Septiembre, me estaba acordando que este mes
es, o por lo menos debería ser el mes del testamento, aunque no he
escuchado la misma difusión de otros años; pero por lo menos me sirve
para hacer una importante reflexión que quiero compartir con usted.

Los mexicanos despertamos cierta fascinación, o por lo menos
curiosidad en el extranjero, debido a que sabemos darle gusto al gusto
cantándole al amor, pero también a la muerte. ¡Fíjese y verá! "Si me
matan a balazos, que me maten, al cabo y qué"; "que se me acabe la
vida frente a una copa de vino"; "Si tus besos, es que son ajenos, que
venga la muerte y nos lleve a los dos"; "por tu maldito amor, hoy
quiero reventarme hasta las venas"… ¡Y así hasta el infinito! La idea
es que no hay canción en la que un mexicano, o está enamorado, o
quiere morirse de pena; es más, hasta hay canciones en las que se mata
a balazos, ya sea por una mujer o por defender su honor. Busque una
película mexicana de las de la época de oro, y dígame en cuál no
encuentra usted un muerto, una aparición desde el más allá, o una
tragedia relacionada con la muerte. ¡Le aseguro que en todas hay algo
de eso!

Pero si usted piensa que la algarabía por la muerte es de ahorita, o
de la época de oro del cine mexicano, recuerde que ya nuestros
antepasados los mexicas tenían un día, el dos de Noviembre que luego
la iglesia católica adoptó como "el día de los fieles difuntos", en el
que rendían culto a la muerte como a cualquiera de sus dioses y por
eso, todavía hasta hoy, cada dos de noviembre el mexicano promedio
llena los panteones de flores, música y colorido haciéndole honores a
la muerte, y en los velorios muchas veces hay mariachi, por no decir
que casi siempre llega el de la guitarrita con el coro (cosa que a mí
me cae como patada en los destos), o que siempre hay alguien que está
tomando o contando chistes. De modo que la muerte es parte de nuestra
cultura y por si fuera poco, ya hasta tiene iglesia en muchos estados
de nuestra república. La pregunta entonces sería: ¿Por qué si tanto
convive y adora a la muerte, el mexicano teme tanto hacer su
testamento y dejar todo en orden para cuando la flaca venga a
recogerlo?

Yo lo he escuchado muchas veces amable lector; cuando aconsejo hacer
testamento, casi todos dicen: "Yo no hago testamento porque siento que
estoy llamando a la muerte". ¿Y entonces qué? ¿Pues no que no temíamos
a la muerte? Porque si de llamarla se trata, el mexicano la llama cada
vez que canta o levanta un altar; en cambio, hacer testamento solo
significa que uno deja todo bien planchado para que a la hora de la
hora los que se quedan no se queden peleando. Yo digo entonces que si
en verdad somos tan machos, lo primero que debemos hacer es
prepararnos para recibir lo único que tenemos seguro: La muerte como
consecuencia de la vida. Así que como dijo el indio: "¿Semos, o no
semos? Contacto: abogadoomararcenolasco@gmail.com y 044 322 191 10 89.

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