miércoles, 21 de marzo de 2018

MATRIMONIO: SE CELEBRA EN EL CIELO; PERO SE RESUELVE EN LOS TRIBUNALES

Ya se le hizo costumbre a mi red descomponerse, amable lector, y no me gusta ir a los cafés a escribir esta columna porque la gente me ve y más que verme, siempre mira a la pantalla de mi computadora para ver si estoy escribiendo bien. Eso incomoda, y por eso no había escrito hasta que mi red fuera reparada. Ofrezco una disculpa a los lectores de este diario y por supuesto, también a la familia García Colín que me da la oportunidad de llegar hasta usted con mis opiniones y comentarios desde hace once años que por cierto, hoy se cumplen. Hablemos ahora de algo muy interesante.

 

MATRIMONIO: SE CELEBRA EN EL CIELO; PERO SE RESUELVE EN LOS TRIBUNALES

 

Las telenovelas mexicanas nos meten por donde nos quepa la idea de que "todo es color de rosa" y que los matrimonios duran para siempre; la triste realidad, sin embargo, es que ya son muy pocos los matrimonios que alcanzan los cinco años y en ese orden de ideas, es mejor prepararse para el golpe patrimonial que representará el divorcio. A medida que pasan los años, la sociedad mexicana pierde sus valores y se vuelve fría y calculadora; en la escuela nunca, ni siquiera en los Estados Unidos donde estudié la preparatoria, se ocupan de enseñar al individuo a defender su patrimonio. En Jalisco, y creo que en toda la república, cuando una pareja se casa se da por sentado que lo hacen por lo que la gente entiende como "bienes mancomunados"; o sea, que en caso de divorcio a cada cuál le toca la mitad de lo que hayan hecho mientras estuvieron unidos. Pero eso muchas veces resulta injusto porque por lo regular, siempre uno hace más que otro, o lo hace todo; al separarse, el que hace todo el patrimonio debe dar la mitad al que no hizo nada y entonces hay uno que ganó sin trabajar. Parece justo; pero créame que en la práctica muchas veces no lo es, y menos cuando hay uno que se siente ofendido y pretende ensañarse contra el otro para sacarle, no la mitad, sino todo cuanto pueda. ¿Y qué es lo que propongo? Pues muy sencillo: Deberíamos tener la figura jurídica del Contrato Prenupcial.

 

Muchos abogados considerarán que acabo de decir una estupidez, puesto que el código civil sí establece algo que se llama "Capitulaciones Matrimoniales"; pero Yo voy más allá, porque lo que propongo es que en este contrato, ambos renuncien a los bienes de su cónyuge y así a la hora del divorcio no habría problema alguno. Lo de Ella de Ella y lo de Él de Él. Pero otra vez me brincará algún puritano del derecho y me dirá: "Para eso existe el régimen de Separación de Bienes"; y sí, otra vez les doy la razón en parte; y digo que solo en parte, porque incluso en el régimen de Separación de Bienes, el cónyuge que sí trabajó debe compensar al otro con hasta un cuarenta porciento si se dedicó al hogar, al mantenimiento de los hijos o invirtió sus propios ingresos para tal fin. Una compensación totalmente injusta, porque el que se casa ya sabe a lo que va. Yo a mi esposa siempre le dije que me gustaba mandar, que si nos casábamos sería Ella la encargada del hogar y nunca trabajaría; de modo que sabía a dónde iba cuando firmó. Pero con esto de los derechos de todos y para todos, se han aprobado aberraciones jurídicas como esta que les comento de la compensación.

 

Voy a despedirme con una reflexión que quiero que los jóvenes, y los no tan jóvenes que piensan casarse recuerden bien: Dicen que "el matrimonio se celebra en el cielo"; pero Yo les aclaro que aunque así sea, el divorcio se resuelve en los tribunales; donde Dios normalmente prefiere no meter las manos. Con el Contrato Prenupcial que propongo nos quitaríamos de muchos problemas a la hora de la partición de bienes. Échele coco y ahí me comenta lo que piensa al respecto. WhatsApp: +52 322 191 10 89.


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