martes, 16 de abril de 2019

CUANDO CRECEN LOS ENANOS

EL BASTONAZO

POR: OMAR ARCE

 

CUANDO CRECEN LOS ENANOS

 

Ayer, en una de esas conversaciones de café que luego ya no pudo ser de café porque se nos antojó un trago, alguien me preguntaba: "¿Por qué siempre que pasa algo como la captura del Chapo, por ejemplo, Tú siempre hablas en favor de los narcotraficantes y no de la lucha contra el narco? ¿Por qué estás en favor del tráfico de drogas?" Y mire usted; me parece una muy buena pregunta de la que quiero hablar en este espacio, aunque sé bien que voy a escandalizar a más de un hipócrita moralista; pero a eso ya estoy acostumbrado, así que ahí les va:

Tengo esta particular postura sobre el narcotráfico por dos razones. Primero porque la forma en que la gente se gane el pan es un asunto que a mí ni me importa, ni me asusta, y muy a pesar de lo mucho que pueda decirse sobre los actos violentos cometidos por los cárteles de la droga, lo cierto es que los narcotraficantes no son gente mala; son gente jodida que prefirió, y con mucha razón, ganar quinientos o mil pesos por día a ganar los mugrosos cincuenta que no le alcanzaban para cubrir sus necesidades. ¡Esa es la verdad! No se asuste por lo que digo. Ya sé que nos han enseñado que hay cosas que no se dicen; pero los lectores del Bastonazo no vienen a leer lo convencional, sino precisamente eso: Lo que la sociedad no quiere decir pero con lo que convive diario. Es como cuando me atreví a entrevistar a una prostituta; muchos dizque moralistas me llamaron para quejarse pero como dije en aquel par de publicaciones, esos de doble moral que se asustan de todo son los primeros en hacer en secreto lo que tanto critican en público. Esto nos lleva automáticamente a la segunda de las razones.

Yo sé que muchos "ternuritas" intelectualones creen que el asunto del narcotráfico puede acabarse; sin embargo, este es, y además siempre ha sido un asunto de Estado gobierne quien gobierne. ¡Así como lo lee! No le hablo de esto basado en alguna serie de Netflix; se lo digo por investigaciones periodísticas serias que he leído y a las que usted puede tener acceso yendo a una buena librería. El narcotráfico desde siempre fue un asunto que el Gobierno de México y el de los santurrones e hipócritas de doble moral de los Estados Unidos controlaban porque en el gabacho se necesitaba la heroína y la marihuana para los soldados que se iban a la guerra y sufrían heridas o transtornos graves; y luego después, cuando regresaban de la guerra ya adictos, se requerían ciertas cantidades de la droga para subministrárselas; de modo que gobiernos y mafias trabajaban en harmonía desde los años setenta y aunque públicamente no se considerara un negocio legal, todos sacaban (y siguen sacando) jugosas ganancias de él. ¿Y qué pasó entonces? ¿Por qué se ha vuelto un problema para ambos gobiernos?

Pues muy sencillo: Los enanos del gran circo crecieron y el negocio se les salió de las manos a los gobernantes quienes, por cierto, no buscan acabar con el narcotráfico sino controlarlo y ahí es donde la puerca tuerce el rabo, porque ya no es tratar con un solo cártel; sino que debido a que hay dinero y no solo porque los gringos piden la droga a gritos y la pagan bien, sino porque los mexicanos aprendemos muy rápido las mañas del gabacho y la droga ya se vende aquí también como pan caliente, ahora existen, tanto en México como en Colombia, varios cárteles que se disputan las plazas y el jaloneo entre ellos y el Gobierno es difícil porque hay que repartir el país.

En ese orden de ideas, al entender que el narcotráfico es un negocio rentable para todos, considero una verdadera faramalla que el Gobierno agarre a un capo pesado, porque si lo hace es para apantallar idiotas y porque ese capo ya no es útil en el negocio. ¡Así de simple! ¿Quién se alegraría y por qué de la captura del chapo o de cualquier narcotraficante? Los imbéciles; no hay más. WhatsApp: 322 191 10 89.


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