miércoles, 21 de octubre de 2020

CUANDO ESTÁBAMOS PIOR

Había acabado de dar una charla a padres de niños ciegos, no recuerdo en qué ciudad porque cada año visito tres o cuatro y de tanto andar andando ya se me cuatrapea el sistema, además de que fue de las primeras que impartí; pero estaba en aquel auditorio saludando gente que se me acercaba, cuando de pronto, una chica de unos treinta años me tocó el hombro hablando con una voz que denotaba cierta admiración: "Mi niño es cieguito (ah costumbrita de decirnos así) y tiene apenas seis meses; abrázalo, quiero que me lo bendigas para que sea como Tú". Sorprendido por la petición y extendiendo los brazos para tomar al bebé porque me lo estaba ofreciendo, le respondí en un tono bastante amable: "Yo lo abrazo; también deseo que la energía a la que el mundo llama "Dios" te lo ayude siempre porque conozco el camino que le espera y en verdad, deseo que le vaya bien; pero Dios su parte y Tú la tuya, y para que sea como Yo, o incluso mucho mejor que Yo, debe tener el mismo apoyo que Yo y esa parte es la que a ti como madre, y a tu familia como familia les toca". Sin duda, aquella chica no esperaba mi respuesta porque cualquier otro conferencista le seguiría el drama; Yo, sin embargo, estaba ahí precisamente para desmitificar muchas de esas tonterías que se dicen de nosotros.

 

Las horas pasaron. Mi respuesta había sido muy bien vista por los organizadores del evento, e incluso por la chica; que, aunque no fue la respuesta que esperaba, tampoco la tomó a mal y todo había terminado muy bien. Después de una cena frugal y un buen baño con agua caliente en el hotel, ya acostado en la cama, me puse a pensar en la petición de aquella mujer. ¿Quiero que lo bendigas para que sea como Tú? ¡Qué decepción! Definitivamente, a esta joven e inexperta madre, todo mi discurso le había pasado de noche. Fui el primer hijo de una pareja de muchachos de 25 años; no esperaban tener un niño ciego y mucho menos sabían cómo rehabilitarlo. ¿Acaso Ella creía que mis padres y familia se conformaron con buscar "bendiciones" para que me fuera bien? ¡Claro que no! Cierto que me encomendaron a la Virgen de Guadalupe; pero El camino estuvo lleno de grandes sacrificios, sobre todo porque en aquellos años no había nada para una persona ciega que hubiera nacido en Vallarta y las escuelas especiales eran económicamente inaccesibles, sin contar con que enviarme a una de ellas implicaba no volver a verme por mucho tiempo. No obstante, siempre estuvieron buscando formas de ayudarme y aquí estoy; soy abogado, tengo mi esposa y me va bien. ¿Qué parte de mi conferencia era la que aquella mujer no entendía? ¿Sería acaso que no supe explicarme?

 

Me frustré. ¡Les juro que sí! Escuché la grabación una y otra vez; se la envié a un par de amigos para ver si veían en ella algo que Yo pudiera modificar; pero nada. Todos coincidían en que la charla era buena, si bien le faltaban detallitos que nada tenían que ver con la postura que aquella chica había asumido. Pasaron los años y seguí impartiendo charlas por todo el país y fuera de él, y para mi sorpresa, casi siempre había una madre de algún niño ciego que me hiciera peticiones parecidas, no porque me solicitaran bendiciones, sino porque en todas ellas había una gran falta de responsabilidad en cuanto a la parte que les toca. Ahora ya no me sorprende y hasta lo espero; pero lo triste del asunto es que, antes, cuando como dicen los abuelitos: "Estábamos pior", los padres de los niños ciegos o con cualquier discapacidad solían pensar en formas exitosas de hacer personas exitosas; para desgracia de los niños ciegos de esta generación, aunque tengamos programas de computación que nos ayudan, aunque el celular nos hable y podamos manejar un teléfono inteligente como el que más, y con todo y que los niños ciegos ya pueden ser integrados a escuelas regulares teniendo todas las facilidades y la ley a su favor, la mayoría de los padres de ellos esperan que los maestros lo hagan todo, se tiran a la flojera y no luchan porque sus hijos sean alguien en la vida.

 

Definitivamente sí. ¡Estábamos mejor "cuando estábamos pior"!

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