lunes, 12 de octubre de 2020

LA LEY DE HERODES

Los japoneses aseguran que para pedir algo, hay que llegar ofreciendo; los judíos, por su parte, desde que el niño tiene uso de razón, le enseñan que para que los negocios funcionen hay que pensar primero en el beneficio que con él se le aportará al mundo. Ambas naciones, japoneses y judíos, son prósperos en todo cuanto hacen, por lo que creo que algo deben saber al respecto.

 

Esto viene a colación porque hace días, mientras me tomaba el café del desayuno, me llamó una persona ciega cuyo nombre no voy a revelar para no herir susceptibilidades. Después del saludo de rigor, me dijo en un tono telenovelescos y dramático: "Qué bueno que Tú estás bien, porque Yo no tengo ni pa las tortillas". "¿Y qué estás haciendo para conseguir dinero?" Le pregunté sabiendo que en realidad nunca hace nada; cuando me lo confirmó, le respondí que debería salir a vender cualquier cosa en la calle como lo hacen los ciegos que no tienen una fuente de trabajo, pero al escucharme, alegó enojada que no salía porque "la gente no compra". Algo serio, casi enojado, le dije: "No puedes decirme que la gente no compra cuando todos los ciegos que venden viven de eso. Aquí alguien tiene una idea equivocada, y con todo respeto, no creo que sean ellos". Me hizo berrinche y me dijo que para mí era fácil porque tengo una profesión, a lo que Yo respondí que, en efecto, Yo tengo una profesión y una familia que me apoya, y que, sin embargo, de no tener ni una ni la otra, también estaría en las calles vendiendo lo que pudiera o tocando mi guitarra, ya fuera en un bar o en los camiones, para sobrevivir. Al ver que no podía conmoverme, colgó. Seguí tomándome el café y pensando seriamente en esta situación.

 

Amable lector, en el mes de diciembre de 2008, le pedí a un amigo que me enseñara lo que era vender en las calles y por muchos días lo hice. Sé lo que es, porque quise sentir lo que sienten mis compañeros ciegos. Sé bien a lo que mi amiga le tiene flojera y también sé que en parte tiene razón, porque no es fácil; sin embargo, el poeta Rabindranath Tagore dijo: "El hacha del leñador le pidió al árbol el mango, y el árbol se lo dio". Esta frase ilustra perfectamente el hecho de que, para recibir, debe haber primero un esfuerzo por parte del que pide. Los compañeros ciegos que venden dulces en la calle ofrecen su producto, y aunque a veces haya quién les dé dinero sin agarrarles el dulce, ellos tienen la actitud de ofrecer y bien que se joden todos los días bajo el sol abrazador de cualquier ciudad; los colegas que cantan en el camión, o andan de bar en bar con su instrumento musical o su equipo de sonido, ofrecen su talento y créame que también es cansado. Ambos, la venta y la cantada, son trabajos honrados, aunque Yo considero que no son para quien se preparó académicamente. Como sea, en ellos se da algo a cambio de lo que se pide; pero este tipo de sanguijuelas como la que describí en el párrafo anterior, que piden sin dar y logran su objetivo conmoviendo a la gente de buen corazón (por no llamar a esa gente como realmente debería) están acostumbradas a recibir sin mover un dedo. ¡Quieren el mango sin dar el hachazo!

 

Yo estoy en favor de ayudar al necesitado; pero una cosa es decir "ayúdame porque con lo que hago no me ha ido bien", y otra muy distinta es decir "dame" sin hacer nada. Solo al que tiene discapacidad mental, o discapacidad física severa, podemos creerle que no tiene cómo ganarse el pan;de ahí en fuera, la pordiosería es algo que jamás voy a tolerar en ninguna persona. Creo que a esa gente vividora deberíamos aplicarle la ley de Herodes: "O te chingas, o te jodes".

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