miércoles, 6 de enero de 2021

A DONDE DICEN QUE EL DIABLO NO LLEGA

Eran las cuatro y media de la mañana cuando, ya con el café a un lado, encendí mi ordenador para enterarme de las noticias. Al abrir Facebook, me di cuenta de que tenía un mensaje de una muy querida amiga que me decía: "Mira esta historia que te mando y dime qué piensas de esto, pero no te vayas a reír no seas cabrón". "Aquí debe haber tema para una columna en el Siempre Libres"; pensé mientras abría el enlace que me enviaba y en efecto, no me equivoqué.

 

El enlace (asústese) llevaba a una página de relatos sexuales pornográficos supuestamente reales y, específicamente, a uno en el que un padre contaba cómo su hija de 19 años que vive en una silla de ruedas por no poder mover su cuerpo, desesperada por no poder tener sexo ya que nadie se fijaba en Ella por obvias razones, acaba pidiéndole a Él (a su propio padre) que la tome sexualmente y le enseñe lo que es disfrutar de un placer que, aunque peguen el grito en el cielo mis fans religiosones, es una necesidad tan básica como comer, beber y dormir y a la que todos tenemos derecho. ¿Ya lo asusté? Téngame paciencia, porque no pretendo ser degenerado al publicar esto y en el siguiente párrafo verá a lo que quiero llegar.

 

No es necesario (puesto que es un relato de pornografía) describir cómo el padre, después de pensarla mucho y con todo y remordimientos (según la historia) acaba teniendo intimidad con la muchacha, cuya belleza y voluptuosidad es descubierta al bajarla de la silla. Aquí el punto es que existen en el mundo entero casos muy similares, en los que personas con discapacidad de ambos sexos viven con el deseo sexual muy latente, pero frustrado a causa de sus impedimentos físicos, ¿y sabe qué? A veces con padres tan cerrados o tan mal informados, que creen que porque sus hijos viven en una silla de ruedas o con Síndrome de Down no sienten ganas cuando llega el momento. Por supuesto que el incesto no es la solución que Yo aconsejaría; pero algo debe hacerse y en mi opinión, lo primero es dejar de pensar que el sexo es pecaminoso como advierten todas las iglesias de todas las religiones. Si lo entendiéramos, no tendríamos padres de familia temerosos de contratar una prostituta (o prostituto según sea el caso) para solucionar ese asunto y sin miedo a "lo que va a decir la gente". Ese es el reto de psicólogos y terapeutas familiares, curas y predicadores de todas las religiones habidas y por haber.

 

Para concluir con el "incómodo" tema que elegí para hoy, le cuento que alguna vez, la madre de uno de estos chicos con discapacidad me dijo: "Mi niño (de 22 años) está muy lejos de las tentaciones del diablo"; sin embargo, la cruda y fría realidad es que el diablo de la iglesia, el viejo zorro (Satanás), suele presentarse con elegancia, cinismo y descaro, ahí donde muchos aseguran que no llega; es decir, con los "niños" que "están lejos de las tentaciones" para sembrarles el deseo y la curiosidad, o también con sus familiares cercanos para dar ideas como el incesto, la violación y todo tipo de abusos sexuales.

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