lunes, 11 de enero de 2021

TOMEN, ¡IDIOTAS!

Me gustaría mucho saber, amable lector, qué dicen ahora aquellos paisanos nuestros que tanto se quejan de lo que sucede en México nomás porque ya llevan tiempo viviendo en los Estados Unidos. Me encantaría escuchar a uno de esos hocicones malinchistas darme su opinión sobre el asalto al Capitolio, la represión a los reporteros que intentaron cubrir la nota (y no me lo inventé Yo sino que lo dice The Washington Post) como se hace en los países que ellos llaman "Bajos"; sobre el presidentito por el que muchos de ellos votaron hace cuatro años y que ahora, muy al estilo del Presidente de cualquier república bananera de Centro América, juega a ser López Obrador versión dos mil seis. Me gustaría tanto oírlos, nomás para saber cómo van a justificar lo que tanto criticaban de su propio país.

 

No, a mí no me alegra lo que sucede en los Estados Unidos porque recuerde que es nuestro principal socio comercial y porque, además, Yo reconozco lo que le debo a aquella nación; lo que me alegra es que haya quedado claro, y de una vez por todas, que no hay país que se salve de la gran problemática que se vive en el mundo entero y que por más poderosa que sea una nación, por más cristiana y disque civilizada, por más que se auto nombre "paladín de la justicia" en el mundo y quiera "educar" a todos los países con su falsa y podrida moral y su prostituida biblia, tiene corrupción, populistas, criminales y un sistema político fallido. Sin contar, claro está, con que no hay sistema de inteligencia que sea tan infalible como para que los ciudadanos de un país deban sentirse superiores a los ciudadanos del mundo.

 

 Muchos cambios políticos y sociales me ha tocado atestiguar, aunque como todos, solo a través de los medios; pero creo que el más importante (aunque más lento) es la caída de la nación más poderosa del mundo y lo peor de todo, derrumbándose desde adentro; episodio que, por cierto, no es ninguna novedad en la historia universal. Siempre ha habido en el mundo una nación que las domine a todas por un período de tiempo, para luego caer y dejarle la estafeta a otra. Vamos a tardar varios años en ver cómo cae nuestro vecino y socio del norte, pero al final acabará sucediendo. Dicen que la que sigue es China, pero aquí el punto es (aunque les arda a mis paisanos y a los pochos) que los Estados Unidos de Norteamérica carecen de moral para predicarnos o criticarnos, y menos, léanlo bien, por boca de nuestros propios compatriotas; que creen que por tener la residencia o la ciudadanía de allá pueden venir a señalarnos y hasta a querer enseñarnos a hablar español. Por cierto, ahorita, aquí al final de mi comentario, les recuerdo cómo se habla por acá. Por lo pronto, he de decir de corazón que deseo que el Dios en el que los gringos confían les ayude a tomar el control de su propio país; en cuanto a mis paisanos que viven allá y que se quejan de la tierra que les vio nacer, van a tener que aguantarme esta que voy a escupirles y con la que me despido por hoy:

 

 ¿Así que los Estados Unidos de Norteamérica son superiores a nosotros? Pues tomen, ¡idiotas! Ahí tienen la superioridad de "la gran nación" Y agradezcan mucho que no les dije "Pendejos". Reciban una sonora trompetilla (Covid incluido) y una muy bien pronunciada mentada de madre para que no se les olvide el buen español a la mexicana.

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