lunes, 16 de junio de 2014

LA JUSTICIA NO ES CIEGA; EL CIEGO ES EL QUE LA IMPARTE

Ahora quieren penar a quienes abandonan a sus familiares de la tercera edad en JALISCO, y eso es muy bueno; solo que deberían tomar en cuenta algunas cosas de las que, por no perder simpatías, nadie se atreve a legislar en los congresos estatales o en el federal. Como Yo no busco simpatías, entonces sí voy a decir las cosas como son. Respire profundo, relájese y tómese un cafecito, porque voy a decir cosas que van a asustar a más de uno y ahí les va:

 

Definitivamente, hay hijos con corazón de mula que descuidan y abandonan a sus padres ya viejos. A esos que se les impongan multas, cárcel, y que se les obligue a mantenerlos. Pero también hay adultos mayores que dieron a sus hijos una vida de perro callejero, y entonces ahí se nos voltea la tortilla porque, en mi muy personal opinión, a quienes hay qué castigar es a ellos por lo que dejaron sembrado. ¡Yo he conocido esos casos! Hombres que maltrataron a los hijos a más no poder y, ya llegando a viejos, reciben el desprecio de sus familiares por lo méndigos que fueron. Entonces van y se quejan al DIF, o a cualquiera de estas instituciones de hoy y… ¿Qué es lo que pasa? Que nuestras leyes, con el fin de proteger al desprotegido, a veces acaban siendo el mejor pretexto para la más grande de las injusticias; porque ahora, aquel hijo que solo recibió de su padre malos tratos y humillaciones, está obligado a mantenerlo y tratarlo con la más tierna delicadeza como si lo mereciera. ¿Será justo?

 

Por eso Yo insisto: Aplaudo cuando un hijo es obligado a corresponder con un buen padre que ya es de la tercera edad; pero repudio el hecho cuando ese padre fue un desgraciado, y ahora nomás porque es viejo la ley quiere favorecerlo. En mi opinión, antes de proteger a alguno, las instituciones y los jueces deben indagar cómo fue con su familia cuando estaba bueno y sano, y si lo merece, entonces favorecerlo y ayudarlo. Si no, y aquí sé que voy a ser criticado por algunos, pues mándenlo a mendigar por la calle, que es lo único que realmente alcanza como pago a sus desgraciadeces. ¿Ven ustedes cómo hacer justicia no es tan difícil? Lo difícil será que nuestros diputados lo aprueben porque, como ya dije, esta mariconada de no perder simpatías nos está llevando a tolerar lo intolerable en nuestro país. Más cuando se invocan los derechos humanos, los cuáles, como también he dicho en repetidas ocasiones, son para los que se portan como humanos.

 

Sí, ya sé que los de la izquierda mexicana, con tal de ganar votos abanderando las causas del pueblo, van a decir que estoy loco. Tal vez sí. Eso es algo que no me atrevo a descartar; pero Yo les aseguro algo: Atrévanse a poner en práctica mis desquiciadas opiniones y verán qué rápido acabamos con muchas injusticias.

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