viernes, 7 de diciembre de 2018

NO LE DIGAN A MI CHACHA

De por sí les caigo gordo a muchas viejas ricachonas encopetadas (y también a las nacas que vienen de Guadalajara o Monterrey y se creen de clase alta) por mi forma de hablar; pero con este comentario que leerán todos los amables lectores de este diario, definitivamente van a aborrecerme (y que con esa misma las entierren al cabo no son nada mío) porque es que las sirvientas, trabajadoras domésticas, mucamas, chachas o como usted quiera llamarlas ya tendrán seguro social y eso me gusta.

No soy un resentido social que piense que el rico tiene la culpa de todo lo que nos pasa; eso solo lo hacen los seguidores de López Obrador pero de eso hablamos luego. Aquí lo importante es que sepan que escribo este comentario porque pienso que las trabajadoras domésticas son, en muchas ocasiones, las verdaderas heroínas de los hogares de los ricos. Son ellas las que organizan todo en las casas fifís, mientras las mujeres de los ricos andan "ocupadas" jugando canasta y arreando el mitote con otras de su misma clase, presumiéndose los vestidos y las joyas (que compran en las baratas nocturnas), hablando de los viajes que han hecho, humillando y comiéndose unas a otras mientras cada una se siente la "Señorita Moral" 2018 y para que vean que sí, no pierden la oportunidad de participar en cuanto evento organiza la iglesia para sentir que contribuyen al mundo con su "fe" y sus plegarias. Luego de todo eso, llegan a la casa con dolor de cabeza o de malas porque les tocó ser la comidilla de todas las demás. ¿Entonces quién la paga? Pues la sirvienta; a Ella sí se le puede gritar porque "al cabo es la sirvienta y para eso trabaja aquí". No se ponen a pensar esas viejas inútiles buenas para ocho cosas, que si no fuera por las trabajadoras domésticas (que dicho sea de paso a veces hasta de nanas y cocineras la andan haciendo porque la encopetada no sabe calentar ni al marido), la casa se les volvería un caos.

Y no amable lector, no es que me gusten mucho las telenovelas; esas cosas que les describo las he presenciado algunas veces aquí mismo en Puerto Vallarta y sin necesidad de ir a la colonia Roma o a La Condesa en la Ciudad de México; aquí mismo hay cada loca que se cree la "divina garza" porque tuvo la suerte de que a algún adinerado le gustaran las chambillas que hace. Así se hace rica y entonces se vuelve loca. Si muchas riquillas indias pelonas bajadas del cerro a tamborazo limpio tuvieran ese "gran mundo" del que presumen, comenzarían por tratar a sus trabajadoras domésticas como seres humanos, y no como esclavas del siglo XIX.

Así que de veras: Si usted conoce a alguien que trabaje de chacha, enséñele esta columna porque es importante que sepa sus derechos; pero si la chacha que usted conoce es la mía, por favor no le enseñe nada porque no quiero pagarle IMSS. Gracias por su colaboración. Excelente fin de semana; nos leemos el lunes. WhatsApp: 322 191 10 89.


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