viernes, 8 de febrero de 2019

UBER: LA VENGANZA DEL PUEBLO

El título de mi columna parece una película de los Almada. ¿Verdad? Pero no; esa época del cine mexicano la considero una basura. En realidad vamos a tratar un tema muy importante por lo que está sucediendo en Vallarta y es que nadie niega que los taxistas son pueblo, y que como toda la gente, salen a buscar el sustento para sus familias; el problema con ellos es que desde siempre se les ha hecho creer que por estar afiliados a la central obrera más importante de México todo lo pueden, y la gente debe preferirlos por sobre todas las cosas. Abrámosles los ojos:

Amables lectores, antes de la llegada de Uber a nuestro destino turístico las injustas reglas del juego eran estas: En temporada alta, el vallartense tenía que sufrir los malmodeos de los taxistas que descaradamente preferían los dólares del gringo a los pesos del mexicano; pero no bien llegaba la temporada baja, los mismos taxistas que ninguneaban al vallartense ahora se le ofrecían como prostitutas de la San Salvador. Esto se acabó cuando llegó la competencia; que sí nos trata bien, nos deja poner nuestra música en el carro y no reniega cuando le pedimos prender el aire acondicionado alegando que "se gasta más gasolina". Además, sea temporada alta o baja, siempre están ahí con la misma amabilidad y por si fuera poco, para muchas personas Uber es sinónimo, además de comodidad, de seguridad; y el pueblo, para que lo entiendan bien nuestros amigos los amarillos, es como los gatos: Se va con quien da más; no con quien tiene el poder político.

Pero la competencia es un concepto que no cabe en la cabeza del engreído taxista, quien no alcanza a comprenderlo todavía, y por el que sufre; porque su cabeza, enferma por el paternalismo político con el que cuentan sus sindicatos, no les deja ver que el taxi es una empresa y por tanto, si quieren sobrevivir, deben aprender a competir. ¡Es el mundo del comercio y los negocios! Si quieren que la gente vuelva a quererlos (en realidad nunca los quiso pero no había de otra) entonces deben ofrecer un servicio superior, o por lo menos igual que Uber. ¿Qué hacen en vez de esto? Pues lo único que sí les sale bien: La política.

Los taxistas y políticos que los protegen alegan que Uber no está cumpliendo con los requisitos legales para operar; pero si ese fuera el problema, pues nomás se arregla y ya. Además, si de veras los políticos creyeran que Uber no está operando legalmente, no habría tanto cochino político haciéndose socio de la plataforma. Porque si los taxistas creen que están respaldados, deberían escarbarle un poquito y verán que hasta quienes dicen defenderlos tienen carros de Uber trabajando aquí en la ciudad. La prueba está en que ni el Gobernador ha podido pararlos. ¡Niéguenmelo!

Así que, señores taxistas, entiéndanlo de una vez: El problema no es Uber, ni tampoco lo será ninguna otra plataforma digital que llegue a Vallarta; el verdadero problema para ustedes es que cualquiera de esas plataformas ofrecerá un servicio infinitamente superior y más cómodo que el que ustedes ofrecen, sin malmodear ni discriminar a nadie. Decía don Vito Corleone en la novela El Padrino, que hasta al ser más noble se le llega la hora de vengarse; y el pueblo, ese pueblo al que ustedes tanto ningunean en temporada alta, se está vengando. Dejen la política; háganse empresarios, o se los carga la historia. WhatsApp: 322 191 10 89.

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