miércoles, 29 de enero de 2020

LOS CHAIROS TAMBIÉN VUELAN... ¡EN SU IMAGINACIÓN!

En noviembre de 2012, el Gobierno mexicano adquirió un Boeing 787 que serviría como avión presidencial, y al que se le bautizó como José María Morelos y Pavón. El 3 de diciembre de 2018, el Presidente Andrés Manuel López Obrador lo mandó al Aeropuerto de Logística del sur de California porque según Él, este era demasiado ostentoso, razón por la que aseguraba que lo vendería y pronto. Todavía recuerdo cómo Un tío mío que se siente gringo me aseguraba lo mismo mientras Yo me reía de Él. Nadie lo quiso. Ante el fracaso, no quedó más que tomar la decisión de traerlo de regreso y buscar soluciones, si así puede llamársele a las tonteras que propuso el Ejecutivo. Una de estas "soluciones" fue rifar el avión y ayer, Andrés Manuel anunció que ya están listos los boletos para la rifa. Costarán quinientos pesotes, cuatro millones de ellos serán vendidos a empresas y dos millones a la chairiza, teniendo como fecha tentativa de la rifa el cinco de mayo. Los seguidores del Presidente contentos e ilusionados por sacárselo, y aunque están en todo su derecho de aspirar a tenerlo, hay ciertas cuestiones medio incómodas que ahorita voy a exponer y después, ya analizando el asunto con cabeza más fría, usted me dice si le entra.

 

Primero, es necesario resaltar que el Presidente no planea entregarle el premio a cualquier chairo. Será, sin duda alguna, entregado a una persona rica y los pobres, los descerebrados que siguen incondicionalmente a López Obrador aunque les llame "animalitos" y otras hermosuras que de pronto se le ocurren para referirse a la nacada, serán vilmente estafados. ¿Que cómo sé que los pobres no serán incluidos? ¡Bien fácil! Nomás contésteme estas preguntas: ¿Si usted, amable lector de a pie, llega a sacárselo dónde piensa estacionarlo? ¿Afuera de la vecindad donde renta? No piense que soy mala leche al preguntarle; es solo que el mismo Presidente ha dicho que quien se lo saque, deberá contar con un lugar que tenga con las dimensiones del avión. Es decir, 57 metros de longitud, 60 de envergadura y 17 de altura y no creo que en la colonia El Magisterio, por ejemplo, alguien tenga espacio para tenerlo. ¿Quiere que le diga más? Pues bueno: Además, si se lo saca no le darán el avión… ¡Sino el dinero cuando este se venda! Tampoco le darán los ciento treinta mil millones de dólares en efectivo, sino que (en caso de que el avión se vendiera lo cuál para el mismo Gobierno resultó imposible) le van a depositar el dinero en partes en un fideicomiso en el Banco de México.

 

Si esto ya les parece mucho, además déjenme contarles que el dueño del avión tiene que realizar pagos de cuatro mil dólares cada siete días para su mantenimiento, el cuál no se le da en México; sino en California donde fue fabricado y no es por intrigar, pero le recuerdo que al Gobierno mexicano le costó 1.6 millones de dólares un solo año. Por si fuera poco, realizar un vuelo en él tiene un costo de quince mil dólares, y para mantenerlo en condiciones de operar, el dueño debe realizar viajes de cinco horas en promedio. Y por último, recuerde que el que se saca un premio tiene que pagar el impuesto. ¿Qué me dice ahora?

 

Por eso y muchas cosas más, Yo no logro entender cómo una persona que gana el mínimo y a duras penas paga un cuarto de renta de dos mil o tres mil pesos, puede siquiera soñar con tener un avión cuando ni siquiera puede tener un bocho. Vamos… ¡Cuando batalla tanto para salir la quincena! De hecho, ni siquiera me cabe en la cabeza que alguien así pague quinientos pesos por un boleto para la rifa, aunque los seguidores de Andrés Manuel están tan fanatizados que podrían hacerlo. Como sea, el Presidente sabe que no sería nada rentable otorgarle el avión a un pobre, precisamente por las razones que ya he expuesto; pero además, Él no da paso sin guarache y al modo de todos los políticos, cambiará el avión por algún favor que se acomode a sus propósitos y diga que se lo dijo un loco, pero así será.

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