lunes, 10 de agosto de 2020

¿CUÁL LE TOCAMOS JOVEN?

Ayer un amigo me salió con esta: "Ya que no crees en la mortalidad tan alta de la pandemia, ve diciéndome cuál canción quieres que me aprenda para tocártela en tu velorio". Me dio tanta risa su comentario, que no desaproveché la oportunidad para contestarle fuerte: "Tócame la que le guste a tu chingada madre. No quiero otra". A Él le parecí agresivo; pero a esa gente que se siente policía del mundo y anda muy "elevadita" queriéndonos dizque civilizar, hay que contestarle como merece.

 

Y es que mire usted; el asustado, el maldito cobarde mal nacido, siempre buscará formas para dizque hacernos reflexionar; pero aquí se topan con un hombre de a de veras. Uno que es muy coherente con sus ideas. Desde el inicio de la pandemia dije y sostuve lo que creía. ¿Por qué debería pensar en la muerte cuando tengo vida? ¿Por qué debería Yo enfocarme en la enfermedad cuando tengo salud? Por supuesto, mis comentarios parecen odiosos e irreverentes para algunos; pero piénselo bien, amable lector, y verá que tienen mucha lógica y razón. El pueblo amanece contando muertos y contagiados en vez de agradecer a la vida porque sigue aquí; se la vive predicando el uso del bozal y regañando a todo aquel pobre infeliz que no lo traiga puesto, porque su pensamiento (el del asustado) está enfocado en que, si no lo han contagiado, lo van a contagiar de alguna manera. Sintoniza los noticieros nomás para saber cómo va la pandemia y hasta se suscribe a las aplicaciones de los diarios y televisoras para que lo mantengan informado sobre muertos y contagiados. Así se olvida de celebrar la vida nomás por estar pensando en la muerte. ¿Qué acaba sucediéndole? Pues que, por sugestión, terquedad e imbecilidad, se contagia y hasta se muere de todas formas. Dijera mi abuelita: ¡Hállele trazas!

 

La gente me dice: "Omar, tal vez Tú estás bien y no has perdido a nadie; pero según las estadísticas, nomás en Vallarta le andamos pegando ya a los doscientos cincuenta muertos o hasta más". O sea que la muerte hasta ahora se ha cargado a doscientas cincuenta personas, entre las cuáles no estoy Yo, ni mi madre, ni mis hermanos, ni mis sobrinos… ¿No es ese un motivo para que Yo me ponga de fiesta? Pero el asustado me dirá: "Es un motivo para que temas". ¿A qué? ¿Acaso no vamos a morirnos todos de lo que sea? Si usted ha perdido algún familiar, deseo que pronto llegue el consuelo y resignación; pero que teman y se arrodillen los débiles; que lloren los hipócritas que en tiempos buenos predican una gran fe, pero que en tiempos difíciles son los primeros en esconderse como las ratas. ¿Yo por qué? ¡Sigo vivo! Usted, puesto que me está leyendo con gusto o disgusto, también. ¿No le parece mejor que elevemos una oración de agradecimiento (Yo al diablo y usted a quien quiera) y nos tomemos un café con pan esta mañana?

 

Reflexione en esto: No hay bozal que proteja. El virus nos llegará a todos y algunos no pasarán, mientras que otros estaremos aquí para contarla. Mil muertos de un jalón y mil muertos poco a poco es la misma, y por eso Yo sugiero que sea de un jalón. Los muertos que vendrán, y los que hasta ahora contabilizan los asustados y las fuentes oficiales ya fueron; salieron del mundo porque era su tiempo para hacerlo y no creo que pensando en ellos vaya Yo a devolverlos a la vida. Los llorará su familia; sus amigos lamentarán su partida; pero eso sucede cuando muere cualquiera, con pandemia o sin ella. Si soy de los que les toca, irremediablemente me voy; si no… ¿Por qué voy a gastarme la vida pensando en la muerte? Se irá yendo al que le vaya tocando y eso no podemos remediarlo.

 

Así que si usted es de esos que preguntan que cuál canción me toca en mi velorio, vaya al primer párrafo de esta columna; ahí se la dejé escrita con todas sus letras. Esa tóqueme.

 


2 comentarios:

  1. No puedo evitar leer tus columnas y darme cuenta de que como siempre tienes razón. :) gracias por darme una buena respuesta para la próxima vez que me pregunten xd

    ResponderEliminar