miércoles, 26 de agosto de 2020

¡MI MAMÁ NO VE!

Amable lector, mi madre siempre me dijo: "Nunca te cases con una muchacha ciega". En aquel entonces Yo no entendía mucho el "porqué", pero siendo Ella mi madre y Yo un hombre ciego, sabía que esa sabia mujer no lo decía por discriminar. No obstante, le desobedecí en cierto modo porque de las once novias oficiales que tuve, dos fueron ciegas y para serle sincero, excelentes personas con las que pasé momentos muy bonitos; sin embargo, por lo vivido también comencé a entender las palabras de mi viejita: En la práctica, esas parejas, sean novios, amantes, concubinos o matrimonios, batallan mucho y en muchas cosas; y es por eso que considero un garrafal error el hecho de que dos personas ciegas se casen entre sí. Ofrezco disculpas a mis amigos ciegos que están casados con personas que no pueden ver, porque sé bien que este comentario en particular es uno de los que más les lastima; pero la dura verdad, independientemente de los derechos que les asisten y de las buenas opiniones que algunos profesionales en la materia puedan tener, es que esas parejas batallan demasiado. Para muestra, un botón:

 

Toda la mañana de antier estuve escuchando a mis amigas y conocidas ciegas lamentarse porque mientras las clases en línea o por televisión cuentan con traducción al lenguaje de señas (lo cual me parece excelente porque así los niños sordos podrán tomar sus lecciones sin problema) en el caso de las mamás ciegas a veces los maestros no son tan descriptivos y esto viene a perjudicarlas, porque ellas están ahí para ayudar a sus niños, pero no pueden. Si a la hora de mostrar gráficas, fotos, mapas o cualquier ilustración visual el maestro no describe lo que aparece en las pantallas, ellas simplemente se quedan en blanco, sin saber cómo apoyar al niño en caso de que este no entienda lo que se le enseña. Algunas tienen marido "normovisual" (que sí puede ver) y es Él el que tiene que hacerse pedazos en el trabajo (cuando puede) para apoyar; pero también existen madres solas o parejas de ciegos y ahí es donde la puerca tuerce el rabo. ¿Quién les ayuda?

 

Ahora quiero que, sin dramas, imagine Usted la escena: Un niño frustrado por no entender y porque, en efecto, tiene a su madre al lado, pero esta no puede ayudarlo; una madre frustrada por la impotencia que uno como ciego siente cuando lo que quiere entender es demasiado visual y no hay nadie que le describa; un maestro que, allá lejos, sigue y sigue hablando mientras el niño ve, y su madre percibe, cómo el pequeño va quedándose muy atrás con la enseñanza sin que la madre pueda hacer nada. Al siguiente día, lo mismo y al otro igual. ¿Dónde queda el niño para el viernes? En la nada y bien agüitado. Si la clase es en línea, el niño o su madre pueden preguntar; si es por televisión, pues ya se jodieron.

 

"Omar, pues que les ayude la familia". Puede ser; pero recordemos que la familia también tiene una vida, un trabajo, sus propios niños a los cuáles ayudar… A ninguna persona ciega le gusta depender tanto de eso, excepto si se trata de un huevón mediocre, que sí los hay. Además, el acceso a la educación es un derecho constitucional, tal como lo establece la Carta Magna en el artículo 3º, que en el párrafo primero deja claro que la educación básica "es un derecho" y "es obligatoria", y en el segundo que además de eso, esta debe ser "inclusiva"; mientras que en el párrafo quinto nos dice que "El Estado priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el acceso, permanencia y participación en los servicios educativos". Sin embargo, en el caso de los hijos de madres ciegas, desde que comenzó la educación a distancia nada de esto se viene cumpliendo.

 

Por eso hoy, al escuchar las quejas de mis amigas y mientras me tomo un café al que le eché un chorrito de tequila (por lo del tequila échenle la culpa a mi abuelito que me lo recomendó), escribo esta columna que para muchos parecerá redactada por una mente cerrada o discriminadora, para llegar a las siguientes conclusiones:

1. La SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA debe plantearse el asunto y pedir a sus maestros ser más descriptivos a la hora de enseñar, ya que, sean cuales sean las circunstancias por las que sus padres están juntos, los hijos de personas ciegas también deben tener acceso a la educación.

2. Después de haber tenido dos novias (y muchas "amigas") ciegas, hoy que estoy casado con una persona que puede ver, agradezco y aplaudo a mi madre que, sin tener estudios, alcanzó a ver la piedra con la que Yo podría tropezar y me lo advirtió muy a tiempo.

3. Algo sabía del tema el gran Jesús (llamado "el Cristo") cuando en sus parábolas decía: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?" (Lucas 6/39). Cuando conozco la problemática de las parejas ciegas en este, y en otros ámbitos de la vida, entiendo, hablando metafóricamente y sin intenciones de discriminar, que sí; ambos pueden caer en el mismo hoyo como en el caso que nos ocupa.

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