lunes, 14 de julio de 2014

¡CUIDADO, NO VOTE POR MÍ!

¡Después de platicar un rato con mi amigo el RIZO, cuando venía de regreso a casa fui asaltado por la calle, y a plena luz del mediodía!... Pero no amable lector, no me asaltó ningún ladrón. Lo que me asaltó fue esta pregunta: "¿OMAR, TÚ qué sabes de política?" Y fue una pregunta que me vine meditando hasta la casa de ustedes porque, sinceramente, después de pensarlo mucho, y de acuerdo a la experiencia de casi diez años que trabajé para el gobierno, llego a la conclusión de que la verdadera política no tiene mucha complicación. Usted y Yo sabemos perfectamente lo que es, y nuestras autoridades también; pero aquí el problema es que los presidentes municipales, los regidores, gobernadores, diputados y senadores se han hecho tontos a la hora de llegar al poder, y han defendido sus propios intereses disfrazándolos de bienestar social. Así que vamos platicando de política y ya usted me dirá.

 

Hay gente, incluso dentro del partido en el que milito, que piensa que no sé absolutamente nada sobre el tema, y también hay a quienes esta columna no les gusta porque hablo de sus desgraciadeces, y por eso también afirman a los cuatro vientos lo mismo. Por mí vayan y salúdenme a su madre. Además, tal vez tengan razón; porque de la porquería que han hecho de la política, efectivamente no sé nada ni quiero saber. Eso que hoy los partidos llaman "política", no es más que un corrupto y podrido intercambio de intereses personalísimos como: "Apruébame esto y Yo te apruebo aquello". O: "Dame esto, para que Yo pueda darte aquello". Y a mí van a disculparme pero, aunque se enojen, lo que ustedes hacen señores políticos de todo el país, no es servir al pueblo, sino servirse del pueblo que es muy distinto. Nada tendría de malo que se sirvieran con la cuchara grande, si también beneficiaran a la gente; pero esto ha sido un puro llenarse los bolsillos y al pueblo dejarlo bailando, igual de jodido y esclavizado que siempre, estirando los miserables 62 pesos que como salario mínimo le dan al día, haciendo circo maroma y teatro para poder con eso traer un pedazo de carne a la casa (porque el frijol y el huevo ya son para ricos por lo caros que están) y todavía pagar impuestos y colegiaturas. De darse un lujo ya ni hablamos. ¿Verdad?

 

Pero volviendo al tema, usted que me lee, y que también es del pueblo como Yo, puede decirme claramente si estoy equivocado cuando digo que la verdadera política es el arte de gobernar, y el arte de gobernar es poner el poder al servicio del pueblo. ¿O no? ¡Así de simple! ¡No hay por qué darle tanta vuelta al asunto! Lo que los políticos de hoy hacen no se llama "política"; se llama, como decía uno de mis maestros, "la línea del chingar". Y sin la intención de ser grosero, voy a describirle en qué consiste porque además, a Él se le oía re bonito. Decía el maestro: "la LÍNEA DEL CHINGAR es muy simple. El rico chinga al de clase media; luego el de clase media chinga al pobre, pero como el pobre ya no tiene a nadie más abajo, pues va y chinga a su madre". Y esa, amable lector, es la que la gran mayoría de políticos acaban aplicándole al pueblo. ¡A ver niéguemelo!

 

Y claro, al pueblo no le queda más que elegir al que, como dijo el amigo aquel: "Robe poquito". No se me tome por un hombre de izquierda, porque no soy. ¡No se me vayan a pegar las huestes del PEJE! Yo prefiero el equilibrio que da permanecer en el centro, y no inclinarme ni por la exagerada religiosidad de la ULTRA DERECHA, ni por los excesos y escándalos de la izquierda radical. Soy priista a mucha honra, pero creo que no necesito identificarme con ninguna corriente ideológica para entender que nuestros políticos están meándose fuera del hoyo, cosa que ni los ciegos hacemos. Esas eran mis meditaciones cuando llegué a la puerta de la casa. Entonces dije: "Pues esto está bueno para la del lunes". Usted dirá, amable lector, si tengo algún conocimiento sobre política, y si su respuesta es que no, que estoy bien perdido y no sé nada, pues nomás fíjese bien por si algún día llego a lanzarme para algún cargo. ¡No vaya a votar por mí!



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