viernes, 18 de octubre de 2019

AFORTUNADO

Me escribe una lectora, haciéndome esta pregunta: "Díganos… ¿Y cómo vive El Bastonazo? ¿Quién es ese señor al que Yo leo en el periódico?" Y no sé, amable lector, si a todos les interese igual que a nuestra amiga la vida que llevo; pero siendo viernes, creo que sería bueno que le contara un poco. Prepárese como Yo un buen café para que me acompañe mientras le platico:

Vivo como cualquier vallartense, en una colonia popular y sin tanto lujo. Me levanto a las 4 de la mañana; medito, me preparo el primer café del día y luego mientras me lo tomo, leo un rato. Luego me baño e inicio las labores diarias para retirarme a las 8 de la noche a meditar de nuevo. Me duermo a las 9. Uno de mis más grandes placeres es llamar a mi madre como a eso de las once, para ponernos al día e incluso a veces para que me regañe por las cosas que digo. Hay gente que piensa que vivo como rey; pero eso está muy lejos de la realidad. Ni nací en cuna de oro, ni vivo como magnate. Crecí como los niños de antes; consentido y aplaudido cuando me portaba bien, y aplaudido (pero en las meras nalgas) cuando me portaba mal. Hijo de familia hasta que me casé, soy abogado gracias al apoyo incondicional de mis padres y hermanos, así como de toda mi familia. Estoy casado y aunque no vivo mal, pero no me gusta ser ostentoso ni pienso serlo jamás.

Los medios dan cierto poder; pero a diferencia de muchos periodistas, sean estos informativos o de opinión (o simples ciudadanos opinadores como Yo), eso de andar faroleando que tengo influencias, que conozco a "la crema y nata" del mundillo de la política o que tengo "vara alta" con la iniciativa privada, nomás no se me da. Si conozco gente y la necesito voy a buscarla; si no la conozco voy y me presento. Soy muy "poca vergüenza" y no me asusta comparecer ante los que tienen poder o dinero. No le perreo cenas o dinero a ningún político; eso lo hacen los periodistas lambiscones. Si necesito ayuda se las pido; si no me la dan pues ni modo.

He viajado en primera clase y en clase turística; he conocido gente poderosa (a la que respeto igual que a todos pero que para nada me apantalla) y también he platicado con vagabundos; las mujeres, dignas representantes de la parte femenina de esa energía a la que el mundo llama "Dios", me han regalado su cariño, algunas como amigas y otras como amores, a manos llenas dejándome un agradable sabor de vida. He degustado buena comida, vinos, y licores, y también me he sentado en puestos de tacos y tortas para acompañar los alimentos con una coca, sin contar con que a veces también como frijoles. Precisamente ese era el problema cuando iba a conocer a la familia de mi esposa y es que, por lo que Ella les contaba, ellos se hacían una falsa imagen de mí. Creían que por ser abogado, tener una columna en este diario y haber salido en la radio allá por los tiempos en que el buen Rodrigo Aguilera Morales tenía a cargo el noticiero de Radio Red Puerto Vallarta, Yo iba a ser un alzado que nomás comía pura carne. Se sorprendieron cuando me comporté ante ellos como lo que soy: Un hombre como cualquiera que no solo se comía los frijoles negros; sino que además se bañaba encuerado a campo abierto como todos ellos.

Y mientras le doy el último trago al café, le cuento que creo que por eso no soy un resentido; porque nada tengo en deseos, y siendo Yo un hombre tan afortunado, y sobre todo tan bien atendido por el Ignoto, no puedo mas que alegrarme del que tiene, sea como fuere que lo haya obtenido. Ahora bien… ¿Y qué me cuenta de usted? Aquí espero sus llamadas para que también Yo pueda conocerle.

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