jueves, 28 de noviembre de 2013

JUEGO DE MANOS... ¿ES DE VILLANOS?

POR: OMAR ARCE

 

Ayer que tuve la oportunidad de regresar al CENTRO UNIVERSITARIO DE LA COSTA (CUC), de donde egresé como LICENCIADO EN DERECHO en 2004, me vinieron a la mente muchos recuerdos de aquellos gloriosos cuatro años de la universidad. Muy especialmente, y de esto platiqué con los estudiantes a los que fui a ofrecerles una breve charla sobre mis vivencias personales, me acordé de un juego que traíamos mis compañeras y Yo. ¿Quiere que le cuente cuál, y cómo era ese juego? Siga leyendo.

 

Creo que esto ya lo he contado antes; pero lo volveré a contar porque, seguramente, y sobre todo ahora que mi comentario es leído hasta en el extranjero, habrá más de alguno al que le guste. Así que comienzo por decirles que nací siendo ciego, y que tengo 35 años. En todo este tiempo, he venido experimentando en carne propia que, aquel que pone su confianza en un solo sentido como lo hacen todos los que ven, está total y absolutamente jodido porque no aprovecha todo lo demás que le fue dado. Si la gente fuera más consciente de todo lo que tiene, sabría que las palmas de las manos, al ser tocadas, dicen mucho sobre una persona. ¿Y por qué le digo esto? Le explico:

 

No sé cómo se fue dando, pero mis compañeras comenzaron a ver que Yo las conocía tan solo con tocar las palmas de sus manos al saludarme. De modo que se les hizo costumbre llegar en silencio y darme la mano, esperando que Yo adivinara de quién se trataba y la saludara por nombre. Así sucedía, y esto causaba la admiración de ellas. Al principio eran dos o tres; pero después, debido a la fama que comenzó a hacérseme por esto, ya eran más las chicas que lo hacían, de modo que llegué a conocer a la mayoría de mis compañeras de clase tan solo tocando sus manos. Claro que si hoy me las encuentro y me saludan en silencio no las reconozco, porque el juego dejamos de hacerlo en 2004 cuando nos recibimos; sin embargo, algunas todavía deben recordarlo. Y por supuesto que, en aquellos días, no faltó el noviecillo celoso que me acusara de mañoso, alegando que me aprovechaba de mi habilidad, y sobre todo de mi ceguera para poder tocar a las chicas. Nada de eso había. Ellas lo hacían por admiración, y Yo lo hacía por jugar; pero nunca hubo una falta de respeto. De hecho, si alguna vez llegué a tocar otra cosa que no fuera la mano de una chica, le aseguro que no fue en la escuela y mucho menos a la vista de todos. Pero esa sería otra historia.

 

La cuestión es que ayer, al final de mi charla en el CUC, hice una dinámica muy parecida al juego que hacía con mis compañeras. Invité al que quisiera pasar al frente, para que me diera la mano sin decir nada. Yo, al sentir su mano, le describía cuál era su complexión, y qué estatura tenía; y aunque tuve un par de fallas al describir, acerté en casi todos los que pasaron. Como sea, sí descubrí dos cosas: 1. No me he atrofiado, y sigo teniendo la habilidad de conocer a través de las manos. Y 2. ¿Creerá usted que el jueguito sigue sin funcionar mucho con los varones? Contacto: elbastonazo@hotmail.com y 044 322 19 1 10 89.



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