POR: OMAR ARCE
Hace un par de días, se me acercó un viejecito y me contó lo que ahora, con su autorización por supuesto, voy a compartir con todos ustedes. Sígame con cuidado amable lector, y conozca cara a cara la miseria humana en la que vivimos, y de lo que se es capaz por ambición. ¿Está listo? Bien, ahí vamos:
Resulta que este señor, como ya es grande, decidió que quería dejar todo arreglado con sus propiedades, pero no quería gastar tanto dinero en hacer su testamento. ¡Ni siquiera quería gastar los tres mil pesos que cobra el notario en SEPTIEMBRE! "Si van a quedarse con lo mío, que por lo menos les cueste". Decía el señor. Así que, después de buscar consejo con un estudiante de DERECHO (tampoco quería pagar la consulta de un abogado hecho y derecho), llamó a todos sus hijos, y les cedió los bienes con la condición de que fueran ellos los que corrieran con los gastos. Así se hizo, y fue el héroe de todos. El Don estaba contento porque, además de que no había gastado, parecía que todos lo alababan por la decisión. Sin duda alguna, todo había salido como Él quería; pero… ¡No contaba con la astucia de los hijos!
LE SALIÓ MÁS CARO EL CALDO QUE LOS FRIJOLES
"No contaba Yo, BASTONAZO, con la clase de hijos de la chingada que había criado". Me decía con lágrimas aquel hombre y es que, cuando todo estuvo hecho, y aquí es donde comienza el calvario, los hijos lo sacaron de la casa donde vivía, alegando que ya no es suya. Ya ninguno quiere verlo, nadie le da asilo y cuando les llama, ninguno le contesta el teléfono. En el ASILO DE ANCIANOS no lo reciben porque tiene familia; y en la familia no lo reciben por no darle asilo. Ahora vive de unos pocos centavos que le da la pensión, pero con eso debe comer y pagar una renta. ¿Se da usted cuenta? ¡Pagar una renta cuando tenía tantas propiedades dónde vivir! Claro que hay acciones legales que Él puede hacer valer contra los hijos pero… ¿Qué necesidad había de eso?
Definitivamente, no siempre sabe el DIABLO por viejo. ¿Verdad?
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