martes, 14 de agosto de 2018

¿DÓNDE QUEDÓ EL RIGOR?

Ya tenía Yo 22 años cuando comencé a estudiar en la Facultad de Derecho; aún así, mi papá me advertía que de tener en la boleta algún ocho durante más de un bimestre, o un siete en alguna materia, no iba a darme permisos ni dinero para salir. Siempre respeté eso, aún cuando sabía que siendo mayor de edad ya no podría mandarme; pero… ¿Sabe por qué respeté eso amable lector? Porque el respeto se gana, y Él, a quien Yo consideraba mi mejor amigo, se lo había ganado a pulso desde que Yo era muy niño.

Digo esto porque hoy en día los niños de seis o siete años ya no conocen ni el respeto ni el rigor; se ha descuidado tanto la educación en casa, que ya es muy común escuchar a los padres negociar con los hijos en vez de establecerles leyes a seguir. Se acabó eso de que "si no estudias no hay salidas", y en vez de eso, escuchamos papás que casi se le arrodillan a los hijos para que estudien cuando el estudiar es la única obligación que tiene el chamaco, y le guste o no, tiene que cumplirla. Eso, además de ayudar en las labores del hogar. Porque si usted se pone a pensar, no hay otra cosa que ellos puedan hacer de momento, que aprender la responsabilidad. ¡Ah pero impóngase usted! Hágalo para que vea cómo le va con los defensores de la niñez, que ya le han quitado mucha autoridad y respeto a los padres modernos que de por sí ya son muy huevones. Si no me cree nomás póngase a analizar. En nuestros días ya no le puede uno levantar la voz a los chiquillos porque ya lo están amenazando a uno con llamarle a los inútiles y buenos para nada del Sistema DIF. No les toque un pelo si quiera, porque ya dicen que son víctimas de "maltrato físico", y los psicólogos haciéndoles segunda con tal de que se diga que su profesión vale para algo.

Todo esto, aunado a que los padres modernos casi siempre lo son desde su adolescencia y no están preparados para la responsabilidad, ha ocasionado esta generación de niños bonitos que hoy tenemos; irrespetuosos con los mayores, con un lenguaje de carretonero los niños y de aprendices de prostitutas las niñas, y todos los escuincles queriendo mandar en la casa como si fueran grandes y aportaran a su propio sustento. Ya hasta le contestan al abuelo: "Hay abue no manches". ¿Se acuerda cómo nos iba a nosotros cuando queríamos hacer esas cosas? ¡Un bofetón en la boca o un chanclazo en las meras nalgas nos daban, y no nos quedaban ganas! Ahora llámeles la atención por alguna falta para que vea cómo son ellos los que casi le quieren pegar a usted. De modo que ya no es: "Hijo, si no estudias no hay televisión ni amigos". Ahora es: "ándale mijito, si estudias y te sacas diez, te compro lo que quieras". ¡Ya parece!

Yo como papá no tengo por qué negociar las obligaciones de un hijo; si quiere derechos, cumpla con lo que le toca y nomás hablaría dos o cuando mucho tres veces; aunque no me guste la violencia física, la tercera ya sería una traquetiza bien dada, acompañada de un castigo por una, dos, o hasta tres semanas para que le vaya bajando a sus huevitos. ¡Y llámale al DIF o al Chapulín Colorado si quieres! Al cabo aquí los toreo.

¿_Tiene estos, u otros problemas similares con sus niños? Aunque se enojen, griten y pataleen los psicólogos y los de sabe Dios cuántas procuradurías que ya existen, ahí le va mi consejo y cálele para que vea que sí funciona: Hable una o dos veces; pero si no entiende, acomódele usted una buena pero equilibrada reatera y oblíguelo a hacer lo que se le ordena bajo advertencia de que si no lo hace, usted le quita lo que más le guste. Ah, y también cúmplaselo. ¡Pero de veras! Si lo hace, después me dice si el chamaco se le vuelve a levantar. WhatsApp: +521 322 191 10 89.


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