martes, 21 de agosto de 2018

EN MI VELORIO QUIERO QUE...

No me gustan los velorios, porque lamentablemente para el muerto, es ahí donde la mayoría de la gente que va enseña su hipocresía y exagerada dramatización. Concédame algo de su atención y le explico; después usted me dice si estoy bien, o sigo siendo el mismo.

Ah cómo me caen gordas las personas que, queriendo ayudar, llegan a los velorios con su rosario o con su guitarrita a perturbar la ya de por sí perturbada paz de los dolientes. En el terrible trago amargo de perder a uno de nuestros seres queridos, hay tres momentos difíciles: El primero es el trancazo; nos avisaron que se murió o lo vivimos en carne propia. El segundo es la llegada del cuerpo a donde quiera que lo vayan a velar, y el tercero es el entierro. Pero entre la llegada del cuerpo y el entierro, si usted se ha fijado la gente está tranquila; recordando, puede ser, pero tranquila y sin hacer aspavientos. Eso, hasta que a la méndiga viejilla religiosa y argüendera se le ocurre sacar el rosario y llamar al de la guitarrita para ponerse a rezar y cantar; y es ahí donde el descontrol inicia, porque la música no es un factor de consuelo. Cuando escuchamos música en un velorio, y más esa que suelen cantar los miembros de algún coro de la iglesia, se remueven emociones negativas que producen más dolor que el que debería sentirse. ¿Qué necesidad hay de eso? No sé; pero lo que es a mí no me parece. Todavía más: En medio del velatorio, no falta quien dice: "Ahora pidámosle a nuestro hermano ya fallecido que perdone todo lo que en vida le hayamos hecho". De modo que si ya la gente anda mal porque se peleó con el ahora difunto, esas tonterías remueven aún más el sentimiento de culpa que probablemente alguno está sintiendo. Y vuelvo a preguntarme: ¿Para qué?

Pero bueno; pasó el velorio, llegó el entierro antecedido por otro rosario después de haber oído ya como quinientos, y al siguiente día empieza el novenario; un momento en el que se le reza al difunto un rosario por nueve días (como si el difunto no hubiera oído ya suficientes) y en el que, como si fuera manda, en el último de los nueve días hay que darle de tragar a toda esa bola de gente que nos acompañó, y a los gorrones que en el noveno día se unieron. ¡Ah porque los ocho días anteriores casi nadie fue; pero en el noveno ahí están presentes todos que dizque "por solidaridad"! ¿Qué le parece? Sinceramente no sé cómo podemos ser nosotros parte de esos juegos sociales tan hipócritas, ruines, mezquinos y vanidosos. Juegos disfrazados de misericordia, pero que en realidad son de miseria. Eso es lo que son, y caiga quien caiga; gente miserable, mitotera, que luego anda haciendo sus comentarios sobre todo esto en la tienda de la esquina; desde donde usted bien sabe que los chismes se propagan y se difunden. Váyanse al carajo cien veces.

Yo por eso no quiero nada; ni velorios, ni misas porque ni católico soy, ni quiero que lleguen con sus desmadres. No pidan a Dios por mi alma, ni pidan por mi salvación porque Yo nunca lo pedí, ni les pedí a ustedes que lo hicieran. Si hay cielo e infierno, créanme que preferí el infierno; y si hay Dios y hay diablo, elegí mil veces la compañía del segundo. Cuando me muera, mi familia expondrá mi cuerpo dos o tres horas cuando mucho, y luego directamente al crematorio. No habrá novenarios, ni rezos, ni misas, porque usted bien sabe que Yo no comulgaba con la iglesia. Si quiere recordarme bonito, un día de estos échese unos diez de asada con una coca bien fría, o unas cheves escuchando a José Alfredo; maldiga a los que Yo maldecía; enarbole mis banderas; adopte mis causas; hable como Yo hablaba y brinde por mi memoria. Eso sí que se lo tomaré a bien donde quiera que me encuentre, incluso aunque usted y Yo nunca nos hayamos conocido en vida. Pero mientras tanto, nos leemos en la próxima entrega; para enojo de uno que otro, todavía no me muero y sigo trayendo el bastón en la mano. WhatsApp: 3221911089.


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1 comentario:

  1. estoy totalmente de acuerdo contigo, no hay nada más horrible ni lleno de mentiras que un velorio, yo siempre he creído que mi cuerpo sería mejor aprovechado en un terreno de cultivo para cumplir con el ciclo de la vida.

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