BRAVATAS DE REPORTERO ÑOÑO

Mis constantes columnas y comentarios en las redes sociales sobre la pandemia pedorra, amable lector, me han traído gente a la que le caigo muy bien, y gente a la que no tanto; pero es que cuando digo que no temo al Covid y todo lo que usted ya ha leído en este espacio, es porque de veras lo creo y no para apantallar. Voy a contarle una anécdota que no pensaba contar jamás; pero como hoy todo es contar muertos y el pueblo necesita entretenerse, sin contar con que no he escrito esta semana por terminar muy tarde mi trabajo, ahí le va:

 

Hará unos dos meses, un reportero que vive encantado de leer lo que escribo, pero dice que no, me retó de la siguiente manera: "Como sabes, Yo tuve Coronavirus y por eso, ahora soy un peligroso vector que puede contagiarte. Ya que no le temes al Covid, te reto a que vayas a mi casa a comer. Yo mismo te prepararé la comida con todas las medidas de higiene. Luego te acuestas en mi cama a ver una película. Como sabes, en ningún otro lugar pudo haber quedado el virus sino en mi cama". Me dio risa y a la vez ternura porque entendí de inmediato que quería ponerme a prueba y, además, públicamente; pero cuando Yo digo que no temo a algo, es porque no lo temo y no para andar faroleando con nadie, así que para demostrarle eso, y que la mente humana tiene poder, acepté.

 

Quedamos con fecha y hora. Como faltaban muchos días, Yo me olvidé temporalmente del reto, dedicando mi tiempo a otros menesteres relacionados con mis negocios. Cuando faltaban dos días para la comida, comencé a prepararme. Le pedí al reportero su domicilio; llamé a un amigo que trabaja en Uber para que fuera Él quien me llevara a casa del bravucón y me trajera luego de regreso, y dije a mi esposa que ese día no comería en casa. Recuerdo que un amigo me preguntaba insistentemente si de veras comería con aquel reportero, a lo que Yo siempre respondía que sí y que no temía al Coronavirus porque este está en el aire; de modo que nada podíamos hacer para evitar que nos llegara. Lo que Yo no sabía, era que aquel reportero no dormía nomás de pensar que, en efecto, Yo sí iría a comer a su casa y no me iba a rajar. Faltando un día, me reuní con mi madre y mis hermanos para pasar un domingo a todo dar y al regresar, poco menos de 24 horas antes de la comida, recibí un mensaje del reportero en el que me decía que mejor se rajaba. Alegaba que no quería tener el remordimiento de contagiarme y que además, sus abogados (jajajajajajajajajajajaja) le habían asesorado en el sentido de que si Él me contagiaba sabiendo que podía hacerlo, sería culpable de un delito, lo cual, y hay que decirlo con todas sus letras, es cierto; pero eso debió haberlo sabido y lo sabía desde que hizo el reto donde quiso verse muy cabrón, pero como dice el dicho: "Para un cabrón, cabrón y medio". Él se había dado cuenta de que Yo iría a su casa porque no temía al tristemente famoso Covid y mi palabra es una, así que decidió rajarse.

 

Por supuesto, no perdí la oportunidad de exponerlo como lo que es: Un rajón que quiso ponerme a prueba y nunca imaginó que el que tendría que doblarse fuera Él. Un reportero ñoño y afeminado que ahora puede decir mil cosas para excusarse, como que no quería contagiarme, que sus abogados se lo desaconsejaron o cualquier otra cosa; pero la única verdad que quedó expuesta es que simplemente no pudo sostener un reto que Él mismo hizo en Facebook y del que tuvo que desistirse cuando vio que esto de que los tengo bien puestos no es faroleada. Su nombre y el medio para el que trabaja me los reservo, porque no es mi deseo exponer a nadie y solo quería contarle la anécdota; pero sí debo decir que en aquel momento Yo pensé que este era más hombre y no un tierno niño modosito y bravucón del que, irremediablemente, Yo tendría que reírme todos los días al recordar el asunto.

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