domingo, 25 de septiembre de 2011

VIVA EL SEXO. ¡MUERA EL CLERO!

A diferencia de lo que en MÉXICO nos enseñó la iglesia católica, el sexo, es una maravilla. Solo que existen razones de fondo que no permiten que la mujer mexicana lo disfrute como debería. Una de ellas es esta, la religiosa, que aún predomina en las chicas de hoy.

Las abuelitas solían decir que, el pecado del que nosotros somos librados al bautizarnos, es el que cometieron nuestros padres cuando tuvieron la relación sexual de la que nacimos. Pero no culpo a las abuelitas, sino a las mentes retrógradas de los curas que así enseñaban, con tal de mantenerlas a raya. Sin embargo, esto al llegar Ellas al matrimonio, les ocasionaba un verdadero conflicto: Si el sexo es pecado y lo primero que pedía el hombre en la noche de bodas es sexo, entonces, el hombre era siempre pecador pero, además, Ellas estaban condenadas a pecar. Peor era el hecho de que, todavía para acabarlas de joder, la iglesia les enseñaba que si disfrutaban del sexo era pecado por ser este un deseo carnal.

Y de esta forma se ha venido tratando al sexo, maravilloso regalo de DIOS, como un tema prohibido del que nunca de los nuncas hay qué hablar. Un día escuché un caso de una muchacha que, recién casada, llegó a la recámara nupcial, se lavó los dientes, se puso su pijama y se acostó a dormir junto a su marido que ya le esperaba desnudo. Al verlo, Ella le preguntó el por qué de aquella barbaridad, pero Él, ya tenía las manos sobre su cuerpo quitándole la ropa. Así la tomó y Ella, al sentir la eyaculación, lo acusó de ser un cerdo por haberla orinado. Cuenta la historia que, al día siguiente, la muchacha fue a ver a la madre para contarle todo y que le diera un consejo. La madre, algo triste, respondió a la muchacha: “Hija; tu padre también me hace lo mismo”.

Si tanto al hombre como a la mujer se les instruyera en el sexo desde temprana edad, ni Él ni Ella, habrían tenido problemas a la hora de la primer relación sexual. Él hubiera sido más paciente y Ella habría sabido que todo era parte del matrimonio mismo y hasta lo habría disfrutado como tal y sin culpas. Pero en MÉXICO, estos temas estuvieron prohibidos por el clero durante años, de modo que hasta la fecha existen hombres y mujeres ignorantes acerca del sexo. Tan solo vea usted lo que se le dice a un niño o niña a quien se le descubre explorando sus genitales con la mano: “¡Muchacho cochino déjese ahí!” La pregunta para los mochos, pastores conservadores y lectores que me visitan es: ¿Y por qué ha de dejarse? ¿Es que acaso no tiene el derecho de conocerse y descubrir las áreas de su cuerpo que le causan placer? ¿Por qué no mejor explicarle que, aunque en cierto modo es normal que sienta placer al tocarse, la vagina o el pene son partes muy frágiles del cuerpo que podrían lastimarse si no se tocan con delicadeza? Si le decimos al niño que tocarse es una cochinada, ya lo estamos preparando para que en su debido momento, sienta aversión por el sexo.

Hoy en día, la gran mayoría de las mujeres mexicanas han aprendido a disfrutar el sexo pero ahora, el problema es que tampoco al hombre se le ha instruido correctamente. Por ejemplo: Mientras que el hombre se excita solo con pensar en sexo, la mujer debe ser trabajada unos 15 o 30 minutos para ser excitada. ¡Y qué decir de las formas que existen para excitar a una mujer! Seguramente la iglesia me condenaría al decir que, por ejemplo, la vulva (parte exterior de la vagina) tiene seis partes y las seis son placenteras. Las seis pueden ser un fuerte detonante para disparar el fuego en una mujer y hacer que grite de placer y que hasta pida más. Por cierto, nada de malo hay en que la mujer pida más o que incluso, tome la iniciativa en la cama. En fin, que hay tantas cosas qué decir al respecto, que nos llevaríamos todo el espacio con el que se cuenta en este blog para seguir comentando. Pronto buscaré entrevistar a una sexóloga que nos pueda abundar en el tema.

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