lunes, 10 de febrero de 2020

¡EN SEGURIDAD NO SE AHORRA!

No sé si usted lo sepa, pero cada preso nos cuesta a los jaliscienses trescientos ochenta pesos diarios y en ese orden de ideas, ya hay quien propone y discute la implementación de un brazalete electrónico que permita el rastreo de quienes son sospechosos de haber cometido, o cometieron un delito, para que lo lleven puesto como medida cautelar en lugar de meterlo en la cárcel para ser mantenido por el pueblo.

 

Claro que no a cualquiera le darán este beneficio; sino que para alcanzarlo, los presuntos delincuentes y los ya sentenciados deberán cumplir los siguientes requisitos: Que en los señalamientos que se les imputan no exista el uso de violencia; que no se hayan valido de armas en los delitos de alto impacto como secuestro o delincuencia organizada; que su delito no haya ameritado prisión preventiva oficiosa o que no exista riesgo de fuga, entre otros supuestos. Quienes están a favor, además de argüir que esta medida despresurizará las cárceles de Jalisco, dicen que el costo de operación de cada brazalete es de 160 pesos diarios, lo cuál representa un ahorro en el presupuesto. Eso es cierto, pero aquí hay que hacernos una pregunta que tal vez resulte algo incómoda como todas las que hago y es la siguiente: ¿De veras podremos confiarnos tanto en la tecnología?

 

Amable lector, Yo me puse a pensar en que lo del brazalete estaba muy bien en los años noventa cuando la tecnología no estaba tan avanzada y era privilegio de los altos mandos del Gobierno; pero hoy en día, cualquier escuincle de doce años puede, si se lo propone, hackear páginas de internet y sistemas operativos. Con esta inquietud en mente, busqué a un estudiante de ingeniería en computación de la UNAM, para que me respondiera qué tan fácil sería intervenir uno de estos brazaletes con el fin de engañar y desubicar a la autoridad, y me dijo que, efectivamente, mis sospechas son fundadas. Si el brazalete lleva puesto un chip como los celulares para poder ubicar al individuo vía GPS, bastará con desarmarlo, sacarle el chip y ponérselo a cualquier otro dispositivo para engañar a quienes lo monitorean; si en cambio, el brazalete está monitoreado por rango de ubicación como cuando alguien saca un producto de una tienda sin pagarlo y suena la alarma, de todas formas hay maneras de magnetizarlo. Me dijo cuáles son esas maneras, pero no quiero comenzar a dar ideas.

 

El punto es que el brazalete, aunque más barato que mantener lacras en la cárcel, es mucho menos seguro; porque si es tan fácil magnetizarlo, aquel hombre al que se le impuso restricción para no acercarse a una mujer porque podría matarla, por poner un ejemplo, logrará su cometido muy fácilmente y riéndose de la autoridad. De hecho, mi entrevistado me dijo textualmente: "Esto (lo del brazalete) seguramente se le ocurrió a un pendejo". Son palabras de Él, y creo que quien estudia ingeniería en computación en la UNAM sabe de lo que habla. Además, añadió que "sí hay medidas de seguridad para que los hackers no se salgan con la suya, pero ni el Gobierno Federal, ni el de los estados, tienen la voluntad ni la infraestructura para aplicarlas". Yo se la dejo al costo. ¿Qué piensa usted?

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