domingo, 13 de mayo de 2012

LA EMOCIÓN DE SER QUIEN SOY

Llegaba de desayunar cuando mi asistente, algo preocupada, me hizo saber que había una nota sobre mi escritorio. Una nota escrita a mano que decía: “Deje de escribir sobre nosotros o tendrá consecuencias”. Al instante supe de quién se trataba.

Claro que no hablo de nuestros días. Esto me sucedió hace unos dos o tres años, pero lo traigo a colación, porque hace días una amiga me preguntó: “¿No te da miedo estar siempre en el ojo del huracán?” “La verdad no”. Le respondí. Y es que la vida de quien se dedica al periodismo, sea periodismo informativo o de opinión como en mi caso, es hasta cierto punto muy emocionante. Sin embargo, debo reconocer que hasta ese día, solo había recibido críticas o inconformidades por parte de la gente sobre la que escribía. La comunidad gay, los curas y fanáticos religiosos, los panistas… Todos llamaban para replicar. Pero las amenazas todavía no las conocía.

En cuanto a la cartita, la enviaba uno de esos locos fanáticos de los que se suben al cerro que disque a tener experiencias. Yo había escrito sobre ellos porque, como en todo, y por más que querían mantener sus prácticas en el secretismo absoluto, hay un principio que me aplico en estos casos y bien que funciona: “Recuerda; siempre habrá un JUDAS que se atreva a vender a su maestro”. Así que lo busqué, y lo que era mejor todavía, lo encontré. Me lo contó todo y hasta permitió que lo grabara. Así que dediqué toda una semana a describir, con lujo de detalles, las dos noches y un día que los incautos pasaban en el cerro, cómo se les mantenía sin comer y en algunos de estos grupos, hasta se les subministraban alucinógenos. La respuesta de los adeptos no se hizo esperar.
¿PERO POR QUÉ NO TENGO MIEDO?

Ni Yo lo sé. Un día me llamaron por teléfono y me dijeron: “Usted va a morir”. A lo que Yo, sin pena ni gloria, respondí amablemente: “¿Usted no?” Aquella voz, enojada por no poder atemorizarme, replicó: “¡Chingada madre!” Y colgó. Yo todos los días algo a las calles, saludo gente, recibo muestras de apoyo de muchos de los lectores y siempre estoy dando la cara. La gente sabe quién soy y, si alguien quisiera deshacerse de mí, la tendría demasiado fácil debido a mi desventaja. Sin embargo, vivo tranquilo y mi confianza está en el hecho indiscutible de que, cuando DIOS decida llevarme, aunque me esconda me encuentran. Es más, ni siquiera hace falta que alguien me mate. Si llegó la hora nomás me recoge y ya. Mas si aún no llega la hora, aunque me tiren a dar, nomás no me voy. Es cuestión de lógica. ¿Sí o no?

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