martes, 15 de mayo de 2012

¿MAESTROS O MAISTROS?

Hoy es día del maestro. Pero del maestro con vocación y no del huevonazo que se dice maestro para ostentar un cargo y vivir de él sin responsabilidades. Del maestro con vocación, y no del desgraciado ratero infeliz que saca partida de todo lo que se junta de la MESA DIRECTIVA. Y quiero hablar de esto porque, ahora que estamos en campaña, hay políticos que quieren restructurar el jodido sistema educativo mexicano, y porque también, tenemos en el contexto sociopolítico el asunto de la evaluación a los maestros y la oposición de la gran mayoría de ellos.

Y es que, en primer lugar, la evaluación no me parece nada buena y voy a explicar mis razones: En estas evaluaciones, los maestros son probados en conocimientos generales y es obvio que van a tronar. Y van a tronar porque es raro el maestro que los tiene. Yo sé que el señalamiento que hago escandaliza, pero la verdad es que casi todos los maestros, están dispuestos a ponerle orejas de burro al alumno que no sabe, pero no están dispuestos a reconocer que, ellos mismos, son una bola de bueyes. Lo malo es que el alumno no puede decírselos. Lo bueno es que EL BASTONAZO sí. ¡A ver, vengan a castigarme!

La evaluación a los maestros debería ser en otros rubros. Por ejemplo; el emocional. ¿Cómo están en su interior? Hace algunos meses, una maestra fue reconocida a nivel nacional por haber mantenido a sus alumnos bajo control emocional mientras, afuera de la escuela, se suscitaba una balacera. ¿Cómo reaccionaría el maestro de sus hijos? ¿Será capaz de mantenerlos cantando canciones infantiles? ¿O es que se le caerán los huevos al escuchar los disparos y saldrá corriendo?

Otra es que hay maestros que, simplemente, no tienen ni el temple ni la vocación y solo son vengadores sociales que se dedican a joderle la vida a los niños. Esas son las cosas que deben evaluarse y no lo burros que sabemos que son la mayoría. Porque Yo pienso que, si en verdad queremos cambiar el sistema educativo mexicano, debemos empezar por barrer a todo aquel que no sea maestro por vocación. Así, pagaríamos más a los buenos maestros, y de paso hasta tendríamos para regalarle a los inútiles que ahora ocupan la mayoría de las plazas, una pala y un zapapico para que se vayan a trabajar de lo que deberían estar trabajando. De albañiles ayudarían más al país.

A los buenos maestros, vaya mi sincero reconocimiento por tan excelente labor. A los malos, lo único que puedo regalarles, es una sonora mentada de madre. Es más, si una sola no les ajusta, de esas tengo de sobra para dar a diestra y siniestra. ¡Pero no se amontonen hay para todos!

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