jueves, 10 de mayo de 2012

PALABRAS A MI MADRE

Buscando y pensando, quería hallar alguna palabra o alguna frase que expresara este volcán que llevo en mi interior… ¿Y creerán que no pude? Antes bien, me vinieron al recuerdo tantas cosas… Como cuando hacía mis berrinches y mi madre, para corregirme como debía, agarraba la chancla y me otorgaba el trofeo al berrinchudo  del año con tres chanclazos en las nalgas. “¡Nomás tres te voy a dar caprichudo este!” Me decía mientras mi abuelita se le oponía. O como cuando, ya más grande, íbamos por la calle y un grupo de niños me rodeó para burlarse de mí por ser ciego. Esa tarde mi madre tomó piedras para amenazarlos, aunque nunca les lanzó ninguna, pero solo así pudo quitármelos.

Buscando y pensando, DIOS nuestro SEÑOR me regresó el casete, para recordarme cómo mi madre peleó con dos de las maestras del jardín de niños porque no querían permitirme la entrada. Para recordarme cómo la DOÑA se esmeraba en preparar mis fiestas de cumpleaños, comprarme los discos infantiles de moda y los mejores juguetes. Los que Yo pedía. Y es que, Ella, no podía saber que tenía algo en antojo porque hacía lo posible por comprarlo. Y puesto que la palabra es mi mejor forma de expresión, empeñado en esto, seguí buscando.

Y nada. Más y más recuerdos como mi partida a los ESTADOS UNIDOS, mi graduación allá a la que, por cierto, acudieron Ella, mi abuela y mi padre, mis estudios de licenciatura en el CUC, de los que recuerdo cómo Ella procuraba tener la comida siempre lista para que Yo nunca fuera  la escuela con el estómago vacío. También recordaba cómo, cuando los periódicos me entrevistaban, mi madre, que no le gustan ni los micrófonos ni las cámaras, permanecía detrás de mí escuchando y viéndolo todo. No le gustaban los medios, pero le encantaba, y Ella me lo decía, escucharme y verme en ellos. Y tantas cosas más…

Así que, buscando y pensando, solo pude encontrar una frase. ¡Una sola! Y créame que, aún con esta, sigo quedándome corto. En realidad son solo dos palabras, pero encierran un mundo de sentimientos y emociones y que, como hombre Yo sé que a mí nunca me dirán. Estas palabras, las cuáles hoy entrego a ese ser maravilloso con usted por testigo, son las siguientes: “GRACIAS MAMÁ”.

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