martes, 25 de octubre de 2011

¡HUEVOS NOS HAN FALTADO!

Hoy en día existe la tendencia de justificarlo todo. Si uno mata y lo agarra la policía, inmediatamente, (si no es que antes) se dejan venir los de la COMISIÓN ESTATAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, a cuidar que al criminal no se le vaya a lastimar en lo absoluto. Los psicólogos clínicos, como perros bravos, se aparecen en escena para espetarnos en la cara que si alguien es asesino o criminal, es porque en su infancia tuvo una vida infeliz. Y Yo me pregunto: ¿Y?

Hace algún tiempo, en un congreso sobre cuestiones mentales, una psiquiatra nos hablaba del caso de la mata viejitas del DISTRITO FEDERAL. Decía esta doctora que: “La mata viejitas, era como era no porque fuera su voluntad, sino porque tenía muy enojada la amígdala frontal debido, quizás, a una mala vida en su infancia”. De inmediato, y con mucha menos misericordia que Ella, pensé: “Sería bueno que le dieran entonces un par de reatazos a nalga pelona por lo menos. A ver si así se le calma la amígdala enojada”. Y es que Yo pienso que si alguien tuvo una mala vida en su infancia, esto de ningún modo y bajo ninguna circunstancia, significa que ahora tenga el derecho a jodérsela a los demás. Pero ahí tienen ustedes a los psicólogos y a los de los derechos humanos protestando porque a un infeliz criminal le ponen una garrotiza. ¿Y las víctimas de esta gente qué?

Mire usted; los derechos humanos son para quien se comporta como tal. ¿Por qué hemos de tratar humanamente a quien se comporta como un vil animal? ¿Por qué hemos de respetar la vida de quien no supo respetar la ajena? ¿Por qué hemos de cuidar la integridad de el violador que no supo respetar la de una mujer o la de un niño? Y si el criminal tuvo una mala vida de niño… ¿Qué culpa tiene uno? ¿Por qué he de pagar Yo lo que a Él le hicieron? Y en el caso de los menores delincuentes, a quienes estúpidamente la ley llama “infractores” aún cuando lo que cometen son delitos y no infracciones, si uno de esos tiene los alcances de una persona mayor… ¿Por qué no ha de juzgársele como tal? Porque sí, es fácil hablar de misericordia y compasión cuando se está a punto de pagar lo cometido pero… ¿Acaso los criminales la tienen con sus víctimas a la hora de sus delitos?

Pero en vez de pensar así, queremos disfrazar de misericordia el temor de hacer sentir la verdadera y auténtica justicia, que consiste en dar a cada quién lo que merece. Tomamos la estupidez y la vestimos de etiqueta para llamarla humanidad. ¡Huevos nos han faltado! Esa es la única e indiscutible verdad.

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